Los ciudadanos dejan de creer en lo políticamente correcto
Decía Ortega que la democracia es el peor régimen para nombrar cargos públicos pero el mejor para echarlos. Y esta es la realidad de la democrática moción de censura que hemos tenido en nuestro país. Se ha echado fácilmente a unos siete mil y se ha nombrado a otros tantos, o, quizá, a más. Con dos consecuencias importantes:
- Se está en el límite de la división de poderes, al nombrar a jueces para cargos políticos, cuando el juez debe de ser juez siempre.
- No se pueden llevar a término las grandes reformas que este país necesita (al igual que Europa) si sólo se sabe hacer una política de comunicación y marketing orientada más a las redes sociales y los titulares de prensa, que a resolver los grandes problemas del ciudadano común. Ha tardado nada el presidente Sánchez en ser el más aplicado del aula de la UE. El más listo a la hora de hacer suyo lo que los demás no querían: la gestión nunca fácil del grave problema humanitario de la migración.
Con la muy democrática moción de censura, ha surgido un Gobierno incapacitado para gobernar.
En ese escenario, son varios los frentes a cuya piscina se ha tirado y sin salvavidas, en clave de política nacional de notable repercusión mediática:
- La inmigración ilegal, ya anticipada.
- La eutanasia.
- La exhumación de los restos de Franco y José Antonio.
- El control, sin ambages, de los medios de comunicación públicos. Y, derivado de todo ello, hacer frente a los deudos de la moción de censura que le ha aupado al poder que jamás imaginamos, la gran mayoría, pudiera alcanzar.
La migración
Hemos de diferenciar, sin duda alguna, entre migración por pobreza extrema, y la migración por desplazamientos consecuencia de guerras crueles que afectan a pueblos enteros. Nos enfrentamos entonces a dos formas de identificar el grave problema de la sociedad actual. Estamos obligados a tener que aceptar que las soluciones para tratar una y otra, han de ser distintas.
La migración tradicional ha de estar controlada en los países de destino para que dicho fenómeno no se convierta en un grave problema por no poder atender a esa cantidad ingente de personas, al no contar con empleos para todos. Las soluciones para esta forma de migración, que ha existido desde que existe el hombre, pasan, en determinadas circunstancias, por acudir al origen, al foco del problema. Por ayudar, e invertir, en los países de procedencia, por ejemplo, en el África subsahariana; por controlar, con convicción y compromiso, a las mafias que trafican con seres humanos.
En la migración tradicional, se debe ayudar, e invertir, en los países de procedencia
La otra forma de migración enunciada, la de los refugiados que huyen de las guerras que asolan sus países, ha de tener soluciones específicas. El problema del terrorismo en el mundo es hoy una de las más preocupantes cuestiones en materia de seguridad. Conciliar solidaridad y seguridad nacional se hace verdaderamente difícil si ambas se entrelazan, intencionadamente, por quienes aprovechándose del dolor y la tragedia, se enmascaran en el papel de refugiados, pretendiendo sembrar, con la muerte indiscriminada de inocentes, el pánico que haga vulnerables a las sociedades infieles de Occidente. Y es obvio, también, que la sociedad moderna no puede caer en la generalización frívola de considerar terrorista a cualquier refugiado. Es determinante saber conciliar seguridad y solidaridad.
No se puede caer en la generalización frívola de considerar terrorista a cualquier refugiado y es determinante saber conciliar seguridad y solidaridad
Por ello, la solución no es hacer del tema un problema de marketing a ver quién es más bueno acogiendo en puerto seguro a un buque cargado de emigrantes. Hay que invertir y crear puestos de trabajo en los países de origen. Se ha dicho por expertos que cada euro invertido allí equivale a siete si la ayuda se hace en los países a los que se emigra.
La eutanasia
Cada día está más cerca de implantarse en España. El Congreso de los Diputados, con el único voto en contra del Partido Popular, respaldará la proposición socialista presentada antes de la moción de censura. Otra decisión de marketing oportunista. Algunas sociedades modernas están bien dotadas de servicios asistenciales para atender situaciones paliativas, pero nunca como ahora se extiende la oferta de la muerte como solución a situaciones que admiten opciones más dignas y éticas. Y es que no hay que confundir la sedación éticamente aplicada con la eutanasia.
No hay que confundir la sedación éticamente aplicada con la eutanasia
Como explica la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), ambas difieren en el objetivo, la indicación, el procedimiento, el resultado y el respeto a las garantías éticas. En la sedación, la intención es aliviar el sufrimiento del paciente, el procedimiento es la administración de un fármaco sedante, y el resultado es el alivio del síntoma refractario (síntoma que no es posible aliviar de otra manera).
En cambio, en la eutanasia la intención, y el procedimiento para conseguirlo, es provocar la muerte del paciente, mediante la administración de un fármaco letal cuyo logro es el resultado pretendido: la muerte. En este sentido, una eminencia como el Doctor González Barón considera una inmoralidad descomunal plantear la eutanasia cuando no está implantada la medicina paliativa en todo el territorio nacional. Igualmente tampoco existe en el curriculum de pregrado de medicina una asignatura de paliativos obligatoria salvo en muy pocas facultades. Mientras no existan médicos con buena formación y titulación de paliativos, no existe justificación por parte de los políticos para hablar de eutanasia.
Algunos se esfuerzan en aflorar el odio el revanchismo nunca superado
La exhumación de los restos de Franco y José Antonio
Parece que, en estos últimos tiempos, algunos, no sólo no se esfuerzan en cerrar y superar heridas y divisiones, sino más bien al contrario, afloran el odio y el revanchismo nunca superado. Toca ahora ser más revisionista que nadie. Aprovechar, de nuevo, el oportunismo de los frívolos de la izquierda más rancia.
La ministra Carmen Calvo, en su comparecencia en el Congreso, afirmó que se quería que el Valle de los Caídos fuera un lugar público de honra a la paz, a la democracia y a la memoria común; de encuentro de todos los hombres y mujeres, víctimas de alguna manera del horror de la Guerra Civil. Y, en razón de ello, deseando que todos los restos fueran entregados a sus familiares, incluidos los restos de Franco y José Antonio. Hasta aquí nada que objetar, siempre que se cumpla la legislación vigente. Pero esperemos que no sea esto una primera fase de una posterior que de alguna forma represente acabar con la basílica y sacar de la abadía a los benedictinos del Valle, que prestan sus servicios a los cristianos, entre otras de sus actividades está el mantenimiento de la reconocida Escolanía que es una de las formaciones corales más prestigiosas de España, constituida por unos 50 niños de 8 a 16 años. La Escolanía de la Santa Cruz potencia el talento musical al mismo tiempo que imparte una educación dentro de un estilo propio avalado por la tradición humanística y pedagógica de la Orden. Recordemos que Miguel de Cervantes decía que la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
Esperemos que no haya otra fase para cargarse la basílica y sacar a los benedictinos del Valle de los Caídos
Como ya dije en otro artículo pienso que en nuestro país, el monumento debe quedar como está, como un testimonio para las futuras generaciones de que lo que sucedió a mediados del siglo XX no se repita jamás. Pero si lo que se va es a la clausura del Monasterio, la desacralización de la Basílica y a la destrucción de la gran Cruz que preside el Valle, bajo la excusa de sacar los restos de Franco y de José Antonio, estamos haciendo un flaco favor a la democracia, a la historia y a la cristiandad, recordemos que Europa y con ella España están presididas por los valores del cristianismo.
Los medios de comunicación públicos
El entreguismo y las urgencias por llegar a La Moncloa exigen contrapartidas de todo tipo. Nada es gratis en la política de mercadeo de nuestro país. Sánchez, y su Gobierno, han cedido, y muy pronto, a las exigencias de ERC para tratar de desbloquear renovación del consejo de RTVE y así han podido tomar el control de la Corporación junto a Podemos y al resto de los grupos que favorecieron la expulsión de Rajoy a través de la moción de censura.
Lo que no sea ver RTVE como un grupo necesitado de gestión y eficiencia, es mangonear y repartirse el botín
Pero como ha dicho una gran figura del periodismo, un periodista tiene que dirigir los informativos, los programas, lo que usted quiera, pero no la gestión de un monstruo como ese, con más de 6.000 trabajadores, y muy buenos profesionales. Pero un grupo empresarial, necesitado como nunca de principios de gestión empresarial consagrados a la estabilidad patrimonial y la eficiencia en su gasto, tiene que ser conducido por un gestor experimentado e independiente. Lo que no sea verlo de esa manera es querer mangonear y repartirse el botín de RTVE. Olvidémonos, una vez más, de una cadena pública independiente y defensora de los intereses de todos los españoles. Ya lo estamos empezando a notar.
Los deudos de la moción de censura
Sirva, como botón de muestra, la precipitada disposición de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, apresurándose a ofrecer a la Generalitat de Cataluña un “diálogo abierto, franco, democrático y sin cortapisas”. Y ello tan solo un día después de que el diputado Joan Tardá solicitara que se comprometiera públicamente a abrir un proceso de negociación, con referéndum unilateral incluido.
La Sociedad Civil española se ha quedado con las ganas de votar en unas nuevas elecciones
Y, por su parte, la inquieta ministra catalana de PSC, Meritxell Batet, no queriendo ser menos, y saliendo al quite de su jefa, no ha tardado, por exigencias de Tardá, en anunciar que en la próxima visita de Torra a Moncloa, se podrá hablar de todo lo que el “Molt Honorable” quiera, “derecho de autodeterminación” incluido. Faltaría más. Y esto es solamente el inicio de una serie de peajes que el Gobierno “del transporte” va a otorgar a aquellos que solo miran por sus intereses y no por el bien de España.
En resumen, a mi parecer, es jurídicamente correcto, pero no es políticamente conveniente lo que ha ocurrido en esta ocasión en nuestro país. Debería ser la última vez que se inviste a un presidente con tan exiguas fuerzas propias, sin haberse comprometido ante la Cámara con programa alguno, y que ha basado su acceso al poder -como dice Ignacio Camuñas- en posibles negociaciones con unos aliados que, curiosamente, incumplen la Constitución todos los días y pretenden asaltar la unidad de España mediante un golpe de Estado que hoy todavía está encima de la mesa. La Sociedad Civil española se ha quedado con las ganas de votar en unas nuevas elecciones y además hemos de acostumbrarnos a ser gobernados por la dictadura del “decreto”.