Como viene siendo la tónica habitual en la compañía Disney en los últimos años, su falta de imaginación se traduce en hacer secuelas de cualquiera de sus películas. Pero como se da la circunstancia de que The Walt Disney Company tiene en su conglomerado de empresas, entre otras, a los estudios Marvel y 21st Century Fox. ¿Por qué no reunir a los superhéroes de ambos estudios, aunque se parezcan menos que un huevo a una castaña? Sólo así puede entenderse la reunión en este film de un personaje cómico e irreverente como Deadpool con otro tan serio y tan dramático como Lobezno (visto en la saga de X Men). Aunque realmente es una película de Deadpool en la que diríamos tiene como invitado a Lobezno, una auténtica parodia gamberra del cine de superhéroes. Más aún, Hugh Jackman que interpreta a Lobezno confesó, en una rueda de prensa, que ha intervenido en esta película porque estaba “sin blanca”.

El arranque del largometraje ya nos previene de que vamos a contemplar una auténtica película para “frikis” de los comics de Deadpool. En esta entrega más irreverente que nunca autodefiniéndose como el Jesucristo de Marvel, un comentario innecesario salvo para molestar a los creyentes por su frivolidad.

Así, a pesar de haber sido rechazado para formar parte de Los Vengadores, se empeñará en salvar el mundo, y a sus escasos conocidos, y para ello buscará la ayuda de una versión de Lobezno muy traumatizada por su pasado. Ambos serán enviados a una zona de vacío donde una malvada de libro llamada Cassandra Nova intentará algo tan poco novedoso como destruir el universo de los dos antihéroes…

La primera hora de la película (tiene un metraje de unos 128 minutos, con escenas pre y post créditos), posee un argumento mínimo y basa su fuerza en los comentarios groseros más que ingeniosos de Deadpool. A partir de aquí la historia hace un encaje de bolillos para unir a algunos superhéroes de Marvel con otros de la Fox (el recordatorio de los X-Men es muy nostálgico), a lo que se unen unas peleas bien coreografiadas donde la violencia aflora de forma muy explícita tanto en los enfrentamientos que Deadpool mantiene frente a Lobezno o contra sus rivales, muchos procedentes de otros multiversos, puro cine fantástico. A este respecto se percibe delante de la cámara el buen rollo que tienen los actores Hugh Jackman con Ryan Reynolds, este último haciendo con su personaje de Deadpool constantes comentarios de índole sexual, de escasa gracia y utilizando lenguaje “inclusivo” dirigiéndose siempre en femenino a su colega Lobezno. Sólo hay uno que realmente consigue arrancar la carcajada cuando le dice a Lobezno que si le ha fichado Disney le mantendrá en activo hasta los 90 años.

Deadpool y Lobezno posee un montaje muy picado, lo que favorece que sea un film entretenido, cuenta con canciones de famosos cantantes que están bien integradas con las imágenes y también hay efectos visuales imaginativos, como cuando Cassandra Nova se mete en la mente de sus adversarios introduciendo los dedos en su cara y cerebro.

Pero, insistimos, es la más irreverente y grosera de la franquicia.

Para: los que les haga gracia los comentarios groseros e irreverentes de Deadpool