Takumi, un auténtico "manitas" vive con su pequeña hija Ana, en un pequeño y tranquilo pueblo cercano a Tokio. Esa paz cotidiana parece que puede ser totalmente aniquilada por los planes de una famosa inmobiliaria que quiere construir, cerca de ese precioso enclave, un glamouroso camping para que los habitantes de la ciudad hagan escapadas cómodas a la naturaleza.

Parábola ecológica sobre el necesario respeto de los seres humanos con el mundo natural que nos rodea. Ha sido dirigida por el cineasta japonés, Ryûsuke Hamaguchi (aclamado por la hermética Drive my car), y el origen de este proyecto es singular: éste  ha vuelto a unir sus fuerzas con su compositora habitual: Eiko Ishibashi. Más en concreto al cineasta se le ocurrió el film (es también guionista) cuando la compositora le pidió imágenes para acompañar sus conciertos y él decidió filmar en las montañas de Nagano, reserva natural cercana a Tokio. Como diría Obelix: ¡qué raros son estos japoneses!

Ganadora del León de Plata - Gran Premio del Jurado en la última edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, El mal no existe, se une a una lista de películas de defensa de la naturaleza y de la lucha de los pocos habitantes de esos enclaves no sólo por mantener su supervivencia sino, fundamentalmente, por preservar lugares de la naturaleza que van a ser destruidos por intereses económicos. Sin duda la más interesante de las estrenadas hasta el momento fue Local Hero (Un tipo genial), de Bill Forsyth, del año 1983. Como en ésta, los mediadores que van al pueblo a convencer a los habitantes de ese lugar se dan cuenta de que no son ignorantes y que conocen perfectamente las consecuencias de expoliar la naturaleza sin motivo.

El mal no existe tiene un ritmo poético, imágenes muy bellas, pero los responsables de la inmobiliaria son personajes planos y demasiado simples en su maldad, además, prácticamente desde el principio, se intuye el desenlace.

Para: los que les gusten las películas de defensa de la Naturaleza.