En tiempos donde abundan los estrenos poco profundos, el británico Christopher Nolan (Dunkerke, El caballero oscuro) lleva a la pantalla un thriller  sobre la figura del denominado “padre de la bomba atómica”: Robert Oppenheimer. Un relato narrado en dos tiempos, desde dos miradas en blanco y negro y color, en el que se atreve a afrontar el sentido de culpa y el arrepentimiento sobre el hombre que cambió para siempre la Historia del mundo.

Su argumento narra la vida de este enigmático científico responsable del equipo creador del invento más destructivo del mundo, un hombre con luces y sombras que fue durante unos años el ciudadano más admirado del planeta para, sin solución de continuidad, verse cuestionado e inmerso en una investigación que pudo hacerle perder su prestigio profesional.

Densa, compleja, con excesivo metraje pero magnífica, así podría definirse la última película del director Christopher Nolan, que vuelve a demostrar que es uno de los grandes directores actuales.

Desde las primeras imágenes se vislumbra que no va a ser sencillo contemplar este film que habla de innovaciones en incontables ámbitos de la ciencia y la tecnología, donde se mencionan términos como fisión nuclear, mecánica cuántica o bomba de hidrógeno. Oppenheimer reclutó a físicos de prestigio para llevar a cabo una agitada carrera armamentística para adelantar a Rusia en la construcción de la bomba atómica.

Cinematográficamente hablando ha sido todo un reto filmarla con una combinación de IMAX de 65 mm y película cinematográfica de 65 mm de gran formato, e incluir, por primera vez en la historia, imágenes analógicas IMAX en blanco y negro. 

A través de ella conocemos el punto de partida que interesó a Nolan: el miedo que perturbó a los científicos de este proyecto Manhattan, un miedo que Oppenheimer apodaba «la terrible posibilidad».

Basada en el libro ganador del Premio Pulitzer Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer, de Kai Bird y el difunto Martin J. Sherwin, todo está especialmente cuidado en este largometraje: el director de fotografía es Hoyte Van Hoytema (Dunkerque, Tenet); la diseñadora de producción Ruth de Jong (Nosotros), el montaje es de Jennifer Lame (Black Panther: Wakanda Forever, Tenet); y la música  del oscarizado Ludwig Göransson (las películas de Black Panther, Tenet). A lo que se suma el magnífico trabajo interpretativo de actores como Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr, Matt Damon, Florence Pugh, Kenneth Branagh y un largo etcétera de estrellas. Algunos de ellos  ya suenan a Óscar por su impecable trabajo.

Un relato plagado de dilemas éticos, en el que hay imágenes y momentos irrepetibles como el encuentro al lado de un lago de Oppenheimer y Einstein (encarnado por Tom Conti). Una película que, como han dicho sus responsables, plantea la relación entre ciencia y teoría, y sobre la responsabilidad que lleva aparejado el avance científico, y las consecuencias que puede implicar.

Lo único que esta fuera de lugar en este film es una relación amorosa de Oppenheimer, que es mostrada en sus relaciones sexuales de forma sórdida e innecesaria en varias secuencias.

Para: los que quieran ver una película seria y de calidad, pero complicada de visionar en sus 180 minutos de metraje.