Algo malo ocurre cuando los bancos venden su negocio: gestionar el riesgo.
El otro día anunció Caixabank la venta a Lone Star de su negocio inmobiliario, que valoraba contablemente en 6.700 millones de euros, venta que hemos de suponer que ha realizado por debajo de este importe, es decir: con pérdidas, ya que no indicaba el precio de dicha transacción. Aun así, nos informaba de que su solvencia mejoraba en 30 puntos básicos y que no tenía impacto en resultados.
Así que posiblemente, dado lo escueto de la nota no podemos jurarlo, ha vendido la cartera de inmuebles con pérdidas… que ha compensado con la venta de Servihabitat que iba en el paquete. La solvencia le habrá mejorado, no porque tenga ahora más recursos propios, sino porque los inmuebles adjudicados que ha transferido son una partida que aumenta mucho las exigencias de los mismos. Así que, una vez eliminados, los inmuebles, con los mismos recursos propios, la entidad tiene mayor solvencia relativa, que no absoluta. Pero no quería hablarles de este caso en particular, aunque las explicaciones anteriores puedan venirnos muy bien: a ustedes para entenderme y a mí para hacerme entender.
Es más cómodo provisionar que administrar. Pero no es mejor.
Estas operaciones por las que las entidades venden grandes carteras de inmuebles que se han adjudicado, así como grandes carteras de créditos muy morosos con garantía hipotecaria, por lo que antes o después darán acceso al acreedor a la propiedad de un inmueble, y de créditos sin garantía se han realizado a los denominados fondos buitres. El adjetivo tiene las mismas connotaciones negativas que pueda tener la función del buitre, comensalismo en la cadena trófica: aprovechar los restos que los depredadores, aves, felinos o cánidos, no han sido capaces de aprovechar. Pero vamos a lo que vamos que en esta sección se habla de banca y no de biología.
Las entidades españolas ya tuvieron importantes ofertas de los fondos por estas carteras en el año 2012, pero no las aceptaron porque esperaban la llegada de la SAREB, que era un buitre protegido que en aquel momento pagaba mejor su asiento en la mesa. Ahora que ya sólo quedan unos huesos muy mondos y lirondos, aceptan a precios muy bajos que los fondos se acerquen a la presa y aprovechen el resto. ¡Y vaya si lo aprovechan! Pero no lo hacen porque sean muy listos, sino porque los depredadores han sido en este caso muy flojos. La banca española no tenía fuerza suficiente, o le daba fatiguita, para gestionar las ingentes carteras de inmuebles y créditos impagados que llegó a acumular, además de que no quería soliviantar a las presas vivas, bastante hartas del trato de favor que el guardabosques daba a los depredadores. Las primeras eran responsables de sus actos, los segundos eran ayudados en época de escasez.
Y no olvidemos que el peor enemigo de la banca es la banca en la sombra: los fondos.
La banca ha hecho poco más que una gestión contable. El buitre protegido también. Así, las carteras se han ido provisionando hasta dejarlas en valores contables tan bajos que han permitido sus ventas sin apenas pérdidas en el momento de la venta, porque las mismas, las pérdidas, se habían ido reconociendo poco a poco durante los años anteriores. Es verdad que De Guindos, con sus dos famosos reales decretos de 2012, intentó forzar a las entidades a reconocer que las presas estaban ya muy delgadas pero luego permitió que la SAREB las comprara como si estuvieran engordadas con clembuterol. Y claro chupar y soplar, que es la aspiración del hombre moderno, no es posible y, al final, cuando se intenta genera siempre complicaciones.
Los fondos buitres se quejan con frecuencia de que las carteras adquiridas conllevan un inmenso trabajo de tipo jurídico para poder liquidar los inmuebles o cobrar algo de los créditos por la indolencia de las entidades españolas durante todos estos años. Esto es verdad, pero también es verdad que por eso también se les ha vendido a los precios que se les ha vendido. Lo que no podían aspirar es a sacar a estas alturas filetes de solomillo de lo adquirido. Alguna hamburguesa y un poco de caldo, con mucho trabajo y poco gasto.