En todos los impuestos de recaudación estatal debería queda muy claro el porcentaje en que participa el Estado y la correspondiente Comunidad Autónoma
Un puente es un buen momento para salirnos de la moda y centrarnos en lo que viene ocurriendo, en este caso en economía, en el largo plazo. En concreto, en lo que ha pasado durante los últimos quince años con la recaudación pública.
Se resume de manera sencilla (Ver cuadro). Desde 2013 a 2017, último ejercicio cerrado, los ingresos del sector público por impuestos de recaudación estatal (IRPF, Sociedades, IVA y Especiales) han crecido en casi el 50%. Sin embargo, estos impuestos, aunque de recaudación estatal, son los que nutren al Estado y a las Comunidades Autónomas (ya sabes que estas prefieren que les recauden y luego apretar al primero). Pues bien, han pasado de repartirse en una proporción de casi 3 a 1 a favor del Estado a una proporción de casi 1 a 1. O dicho de otro modo: mientras los ingresos del Estado por impuestos apenas han crecido un 10% en los últimos quince años, los de las CCAA lo han hecho en casi un 160%. ¡Casi ná! Y todo eso con una crisis por medio y todo.
Los peores momentos para el Estado son las crisis. Fíjense que, tras cada caída fuerte de la recaudación (lo que se produce cada vez que la economía nacional sufre una recesión), su participación en el reparto cae. Está claro que las Comunidades Autónomas, en ese momento y alegando su incapacidad de endeudarse en los mercados, fuerzan a aquél a renunciar a una parte de la tarta y a que acuda a los mercados para financiarse. Es como si le dijeran: tú que te puedes endeudar hazlo por todos y déjanos a nosotras más parte del pastel.
El discurso no estaría mal entre socios leales, pero no es así. El Estado pierde participación en los ingresos por impuestos cuando la recaudación cae y la recupera en mucha menor proporción cuando ésta sube (vean el periodo 2007-2015 en la tabla de arriba). Luego está la debilidad del gobierno de turno en cada caso y, a veces, hasta recuperándose la recaudación caen sus ingresos (vean el periodo 2016-2017). Al final las CCAA consolidan los nuevos repartos en términos relativos y el Estado cada vez se encuentra con una mayor necesidad de acudir a los mercados, hasta el punto que en los dos últimos años la partida de gastos por intereses duplica a la de gastos de personal y absorbe el 30% de los ingresos que le llegan.
Las cifras lo demuestran: los ingresos del Estado central no crecen, los de las CCAA se han disparado
¿Es el problema fiscal de España las Comunidades Autónomas? No vamos a entrar en esa discusión. Es un tema no económico. Lo que sí es un tema económico es el análisis del comportamiento de un ente económico como es la Comunidad Autónoma.
No podemos esperar ningún tipo de responsabilidad si no las enfrentamos a sus actos. Por eso, en todos los impuestos de recaudación estatal debería queda muy claro el porcentaje en que participa el Estado y la correspondiente Comunidad Autónoma. Hay que permitir la competencia fiscal entre ellas, que tan poco gusta a las más subsidiadas, y hay que permitirlas endeudarse sin la garantía del Estado. El temor a la suspensión de pagos disciplina mucho. El chantaje a que los Ministros de Hacienda se ven sometidos por parte de los Consejeros de Hacienda de las CCAA, desaparecerá el día que tengan que enfrentarse a sus ciudadanos y los mercados.