Este santo, nacido en una noble familia alemana, ordenado sacerdote y nombrado canónigo de la catedral de Colonia, gracias a la influencia de su familia, tuvo una moción interior de acercamiento definitivo a Dios, con motivo de sus estancia, durante unos días, en el monasterio de los monjes cistercienses de Altancamp. Ingresó en el Cister y al quedar vacante la sede de Osnabrük, fue elegido Obispo. Su comportamiento en la diócesis y su dedicación a los pobres, especialmente a los leprosos, hizo que al día siguiente de su muerte fuera elevado a los altares, si bien sólo cuando años más tarde exhumaron sus restos fue aprobado su culto por
San Adolfo enseña a los cristianos de nuestros días el amor preferente que hay que tener por las personas más abandonadas de la sociedad: el amigo al que no le van bien las cosas, el enfermo al que nadie va a visitar, el empresario que ha quebrado y está en la ruina,…
(Las fuentes principales, que no las únicas, de las que se han tomado los datos para redactar
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Libros: Los clásicos de siglos pasados de Santiago de
Pilar Riestra