En Estados Unidos, el mundo deberá decidir entre democracia o plutocracia

Juan Ramón Lucas, ese portavoz del Zapatismo, aseguraba en la mañana del viernes que los "ultras" del Partido Republicano norteamericano habían abortado el Plan Bush en el último momento. O sea, que los muy radicales se niegan a emplear 700.000 millones de dólares de dinero público para arreglar el desaguisado provocado por los especuladores privados. Estos neocon son de los que no hay.

Insisto en que si progresismo y plutocracia empiezan por la misma letra debe tratarse de algo más que una coincidencia.

Obama no ha dudado en aplicar los "tics" progres: apoyar y mantener el sistema especulativo. Eso es lo serio, lo progresista; que el pobre le pague al rico sus juergas. Lo ultra, al parecer, es hacer justicia y tender al bien común: negarse a sangrar a los ciudadanos para favorecer un sistema de rentismo que ha destrozado la economía mundial. Lucas es un progre, Obama es un progre, Bush se está comportando como un progre, McCain parece incapaz de pensar por sí mismo... y continúa ocultando a Sarah Palin para que no le reste protagonismo. Es una apuesta que nunca podré comprobar, pero estoy seguro de que si la aspirante republicana a la Vicepresidencia fuera libre para hablar, diría algo muy distinto a su líder y a Obama... que dicen lo mismo.

Bueno, don Barack apoya el Plan de Bush pero, eso sí, con las resistencias habituales de la tontorrona izquierda europea: quite usted dinero al rico. Lo cual está muy bien, pues sólo faltaba que los presidentes de Merrill o Lehman cobraran su blindaje (probablemente lo cobrarán) después del daño causado, pero eso es el chocolate del loro, una actitud muy propia de esos progres que admiran e imitan a los ricos pero al mismo tiempo les envidian: quieren ser como ellos pero les encanta que se estrellen.

Aquí, los únicos que apuntan al bien común son los ultras republicanos del amigo Lucas. Desgraciadamente no creo que dispongan de fuerza suficiente para bloquear el Plan Bush: son muchos los intereses, pecuniarios a los que se enfrentan en su valiente postura que podríamos presumir así: que cada uno asuma la responsabilidad de sus actos.

No, si ahora voy a tener que ser yo quien cante las bonanzas del liberalismo. Lo primero: no confundir liberalismo y capitalismo. Liberalismo viene de libertad y por tanto es algo estupendo. Capitalismo viene de capital, y es el sistema que defiende a los que tienen dicho capital y en la proporción debida, frente a los que tienen poco o aportan su capital humano. En definitiva, el liberalismo plantea la libertad de iniciativa mientras que el capitalismo impone la primacía del capital sobre el factor humano, que es a lo que los banqueros se refieren cuando hablan de "optimizar el valor para el accionista", sin añadir, a costa de lo que sea. El liberalismo es un universo de emprendedores, de defensa de la propiedad privada, especialmente de la propiedad privada pequeña, doméstica, mientras que el capitalismo defiende a la gran empresa y a los rentistas e intermediarios de la especulación bursátil. Es muy lógico que los ultras republicanos se rebelen contra el Plan Bush, porque son liberales y los progres europeos y americanos -Lucas, Obama y, en este caso, también Bush y McCain- son capitalistas.

Sigamos. Tampoco conviene confundir producción con especulación, ni al empresario con el rentista. Hay que refundar el capitalismo, pero el capitalismo financiero. Sarkozy habla de refundar el sistema, cuando lo que hay que refundar son los mercados de valores y el sistema financiero en su conjunto, que ha caído en la especulación pura y dura, y ponerlo al servicio de la economía real.

Podemos describir a los cuatro jinetes negros del capitalismo especulativo (aunque me temo que podríamos citar más de cuatro):

1. Titulización, o finanzas virtuales que nunca benefician a la economía pero que pueden hundirla.

2. Capital-riesgo: excelente sistema para destrozar empresas, según su dogma único: "La suma de las partes vale más que el todo".

3. Apalancamiento: excesivo endeudamiento provocado, ante todo, por la compra a crédito. Lo suele hacer las grandes empresas, es decir, las que tienen acceso a crédito fácil. Por lo general, en cuanto vienen mal dadas hay que reducir gastos para pagar deuda, y entonces se recurre a los despidos masivos y a la deslocalización, que es lo que está pasando ahora mismo. Reformar el sistema consiste en volver a pagar con fondos propios, dejar de trabajar con el dinero de los demás, al menos en una proporción sensata.

4. La Bolsa-casino, representado en las compras a préstamo o en descubierto, operaciones intradía y otras lindezas. Éste es el único punto en el que la SEC, que no Bush, ha tomado alguna medida.

Con esos cuatro jinetes corriendo por Wall Street ha pasado lo que ha pasado... y con el Plan Bush, que ataja los efectos, pero no las causas, volverá a pasar.

Pasemos a la plasmación de esos cuatro jinetes en las relaciones entre política y economía. ¿Qué quieren los progresistas de izquierda y de derecha? Que se emplee el dinero de todos paras salvar a los rentistas, que son los que nos han quitado el dinero. Y a eso le llamamos seriedad y ortodoxia económica: ¡Toma Nísperos!, que diría el fallecido Campmany.

En suma, lo que hay que abandonar es la plutocracia, verdadero cáncer de la democracia. Es decir, que el Gobierno de todos se utilice para la protección de los rentistas, los que menos ofrecen al bien común. Estamos ante una crisis financiera de especulación y apalancamiento excesivos, pero también estamos ante una crisis política, porque nuestra democracia corre el riesgo de degenerar en plutocracia. El Plan Bush es un arquetipo de plutocracia, uno de los mayores enemigos del bien común.

Leo que Estados Unidos puede perder su estatus de potencia del Sistema. Dejando a un lado que eso no es importante, lo cierto es que los mercados financieros asiáticos y europeos son apenas un poquito menos especulativos que Wall Street.

La solución consiste en dejar que las entidades en quiebra quiebren, como su mismo nombre indica, pero, al tiempo, prepararnos para que esto no vuelva a suceder. Ya no nos basta con exigir transparencia, hay que prohibir, directamente, determinadas actividades especulativas. Por ejemplo, ¿qué pasaría si se prohibieran las titulizaciones? Pues no pasaría absolutamente nada. Es más, se reduciría el nivel de apalancamiento.

Al mismo tiempo, se trata de gravar fiscalmente las operaciones especulativas, también el capital riesgo, aunque reconozco que es más esquivo, pues se puede disfrazar mejor.

Por cierto, horas después se hundía el Washington Mutual, y JP Morgan acudía en su auxilio. Otra pantomima, más plutocracia. Morgan no acude en su auxilio: quiere quedarse con sus activos y su cuota de negocios, a cambio de que el Gobierno le subvencione. No hay absorciones más gratuitas y más rentables que las de bancos en crisis. Y esto no ha acabado porque comer, rascar y sanear, todo es empezar. ¿Que cuál era la solución? Dejarlo quebrar. Triste sí, pero recuerden que quien tiene capacidad de ahorro es porque antes ya satisfizo sus necesidades primarias. No es el objetivo primero de la justicia social. Y además, hay que tener cuidado dónde se coloca el dinero.

Esta es la pugna entre el progre Obama y los progres Bush y McCain (progres de derecha, pero tan plutócratas como el candidato demócrata). Es una batalla entre justicia social y especulación y entre plutocracia y democracia. Los buenos, son los republicanos "ultras" que se han opuesto. Y McCain a lo mejor haría bien en oponerse al plan de la Casa Blanca y del Tesoro.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com