Sin embargo, se niega a solicitar un dictamen jurídico sobre su permanencia en el cargo. En ningún momento, durante el Consejo del lunes, aseguró que cargos políticos le hubieran negado connivencia con dicho informe. Para ser exactos, no ha hablado con Esperanza Aguirre. A la presidenta madrileña no le interesa el cambio ahora: su candidato, Pizarro, debe ser antes consejero que presidente

Nadie sabe quién ha elaborado el presunto informe jurídico que el diario El Mundo publicaba el pasado lunes, y que concluía con una mala noticia para Miguel Blesa, el actual presidente de Caja Madrid: no puede seguir ni un día más en el cargo porque ya lleva 12 años y la ley de cajas de ahorros de la Comunidad de Madrid así lo dictaminaba.

En otras palabras, no sabemos si el informe existe, ni quién lo ha encargado o realizado, pero sí sabemos que lo que dice es bastante lógico. Porque, en efecto, para anular el límite de 12 años de permanencia en el cargo, había que haber activado de forma expresa la disposición transitoria que permite, a guía de excepción, una prórroga.

Recordemos que Blesa no sólo pretende seguir hasta la primavera de 2009, cuando se producirá el relevo electoral, sino permanecer en el cargo hasta el 2015.

El presidente de Caja Madrid ha aprovechado con gran habilidad el mal momento político de su enemiga, Esperanza Aguirre, para trenzar una serie de alianzas con Mariano Rajoy, Ruiz Gallardón y Ana Botella, que le aseguren la continuidad en el cargo. Pero Aguirre no se rinde.

El caso es que en el Consejo celebrado el lunes, con la edición de El Mundo en las manos, todos los presentes hicieron votos en la misma dirección: nadie, absolutamente nadie, sabía nada del informe y todos, absolutamente todos, socialistas, Izquierda Unida, Partido Popular, Comisiones, UGT y Confederación de Cuadros se lanzaron a una loa vibrante de la gestión de Blesa. Bueno, todos menos el presidente de la CEOE; Gerardo Díaz Ferrán, que no acudió a la cita.  

Curiosa ceremonia de autoafirmación por parte del presidente, porque el informe no enjuicia su gestión, sino su posibilidad de permanecer en el cargo más allá de los límites que marca la ley.

Sólo Estanislao Rodríguez Ponga, vicepresidente, que para refutar la tesis de El Mundo -que alabó con idéntico entusiasmo la labor de  Blesa-, pidió que se solicitara un informe a los órganos competentes, que obviamente están en la Comunidad de Madrid. Y ahí, y esto es lo más significativo, Blesa se negó en redondo.

Por cierto, Esperanza Aguirre no es la principal sospechosa de haber encargado el informe fantasma por una razón: ella quiere echar a Blesa, ciertamente, pero su sustituto es Manuel Pizarro, y Manuel Pizarro aún debe pasar por los estrados de consejero general, consejero y presidente. Por otra parte, se necesitan dos tercios de Consejo para sustituir a Blesa, y eso no los posee el PP, sino el PP más Comisiones Obreras, que es el "compromiso histérico" que hoy rige en Caja Madrid, el mismo que echó Jaime Terceiro. Además, los consejeros de obediencia gallardonista podrían chafar la moción de censura o la elección de sustituto.

Por tanto, el plan de Aguirre es esperar a la renovación oficial, al final del actual mandato, independientemente de pejigueras jurídicas.     

A estas alturas no es ningún secreto que el vicepresidente de la Comunidad, Ignacio González, ha dejado claro a todos que Blesa no es hombre de la confianza de la presidenta del órgano que tutela a la entidad y que no desean verle otros seis años.