El presidente de la CECA, Juan Quintás, sobornó a una funcionaria vietnamita de aduanas para traerse una escultura a su pazo de Padrón En Estados Unidos a lo mejor le obligaban a dimitir pero, suponemos que afortunadamente, en Europa apreciamos más la incongruencia de los negocios humanos. Según propia confesión, el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Juan Quintás, decidió adquirir una escultura durante su reciente viaje a Vietnam, con destino al pazo que se está construyendo -restaurando- en Padrón.

La muy comunista funcionaria de Aduanas le advirtió que la celeridad con la que la escultura iba a llegar dependía de lo "satisfecha" que podría quedar ella con la operación. Quintás, hombre de mundo, abierto al diálogo con otras culturas, le pidió que concretara su nivel de satisfacción. Nuestra aduanera le explicó que con unos 10 dólares quedaría muy contenta. Pero no iba a ser el señor Quintas quien regateara a la clase trabajadora una satisfacción ocasional, por lo que decidió cuadruplicar la suma y dejar a la funcionaria, no satisfecha, sino extraordinariamente satisfecha.

Ni que decir tiene que la escultura llegó a Barcelona casi al mismo tiempo que Quintás. Costó menos traerla de Vietnam que trasladarla desde Barcelona hasta La Coruña.

Y esta bonita historia sobre La Alianza de Civilizaciones coincide con un análisis duro, realista de la actual crisis de confianza, lo que no se acaba de entender, habida cuenta de que no se han subido los tipos, es por qué anunciar que los créditos subirán. Al parecer, con los créditos pasa lo mismo que con el pan: el trigo sube un 10% y las pistolas un 50%.