En Bruselas hay prisa. Los eurodiputados quieren tomar posesión cuanto antes, la primera y más motivada es Irene Montero y su amiga Isa, a las que ya hemos mostrado con esa naturalidad nunca fingida, a la que nos tienen habituados. 

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Felices como perdices, como la picarona de Ione Belarra cuando el domingo en una trascendental manifestación pro la III República, aconsejaba a la princesa Leonor que se presentara a unas elecciones a presidenta de la III República, “como le han formado tan bien”. Y es que Irene, Ione e Isa son la monda.

Pues eso, que tienen mucha ganas de tomar posesión de su escaño, no se lo vayan a quitar y, de empezar a cobrar cuanto antes 8.000 euros al mes y disfrutar de avión gratis y alojamiento de lujo con cargo... a todos nosotros. Como decían los ingleses antes de marcharse de la Unión, un puesto en Bruselas es un himno a la egolatría.

Pero hoy quiero hablarles de algo no menos emocionante. Porque en esta ocasión no sólo es Irene quien anhela sentarse en su euroescaño sino Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, del Ejecutivo comunitario, como quien dice, quien anhela conseguir los acuerdos necesarios para poder repetir en el cargo. A toda prisa. 

Lo que no concilia del todo bien con el hecho de que la abstención el pasado 9 de junio fuera del 51%. En otras palabras, ¿a quién le preocupa la Unión Europea? Al parecer sólo a la mita de los europeos con derecho a voto. ¿Seguro que la europeidad es el termómetro del espíritu democrático de cada cual? Porque percibo... poco espíritu.

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Aún así, hay que seguir trabajando por el ideal europeo… no sin antes exigirles a los líderes europeos, un gramo más de modestia, y un kilogramo menos de prepotencia.