Los bancos españoles (Santander, BBVA Caixabank, Sabadell, Bankinter, Unicaja, Ibercaja, Abanca, Kutxabank, Cajamar y así hasta 80) están presentando sus resultados correspondientes al primer semestre del año. Resultados fuertes por la subida de tipos, que aumenta sus márgenes, así como por el hecho de que durante la era de tipos bajos, redujeron gastos al límite y ahora no han aumentado ni plantilla, ni oficinas, ni medios. Con gastos más bajos ingresos más altos; ergo, beneficios esplendorosos. 

Y sí, el servicio bancario al público ha empeorado por la reducción de sucursales y plantillas y la remuneración del pasivo al cliente continúa bajo mínimos. Ahí es donde hay que darle duro a las entidades.

Ahora bien, no entremos en la consabida monserga de la izquierda de que los bancos están explotando a la sociedad y que se lucran con el débil. Esa actitud corresponde a la triste definición del socialismo como envidia... y me temo que es una definición muy real. El socialismo es envidia mientras el comunismo resulta la expresión violenta de esa envidia... respecto a aquel al que le va mejor que a mí.

A la recaudación le basta con ser eficaz, los impuestos, además, tienen que ser justos. Sí, es una obviedad pero tendemos a olvidarla 

Volviendo a la banca... Los bancos ganan mucho... ¿y qué más da que ganen mucho o nada? Poco importa que una persona, o una empresa, o un banco, ganen mucho dinero. Lo que importa es a qué dedican sus ganancias. El resto es envidia. A las personas no hay que juzgarlas por lo que ganan sino por lo que gastan. 

Además, en la sociedad actual, con un sistema de inversión bien engrasado -aunque a veces no encaminado en la dirección correcta- el ahorro se convierte automáticamente en inversión y de la inversión, en principio, nos beneficiamos todos. Insisto, en muchas ocasiones el excedente no se convierte en la mejor inversión posible, pero si algo caracteriza a la economía actual es que el dinero nunca se está quieto, un algo también conocido como miedo a la inflación.  

En todo caso, lo importante es lo otro: que a la gente hay que juzgarla -suponiendo que hay que juzgar-, tanto a las personas físicas como a las jurídicas, hay que juzgarlas, no por lo que ganan, que se supone es producto de su buen hacer, sino por lo que gastan. ¿Qué más me da que la banca gane mucho si sus beneficios terminan en reinversión, por tanto, en creación de puestos de trabajo? Y si terminan en consumo les meteremos el punzón del IVA. 

Precisamente, otro error de la izquierda -Yolanda Díaz lo repite sin cesar- consiste en su obsesión en calificar el IVA como el impuesto más regresivo. Todo lo contrario, en el mejor y más justo de todos los impuestos, el que debería ser más progresivo según la necesidad o lujo del artículo adquirido. Pague usted más cuando consume, menos cuando ingresa. Pague usted, no por lo que gana sino por lo que gasta.

¿Que el IVA se presta más al fraude que el IRPF, las cuotas sociales o el impuesto de sociedades? Sí, es cierto, pero si actuamos según la dificultad en la lucha contra el fraude, entonces estaremos actuando según un criterio de eficacia -impositiva- no de justicia. A la recaudación le basta con ser eficaz, los impuestos, además, tienen que ser justos. Sí, es una obviedad pero tendemos a olvidarla.