Señores ecologistas, pelmas y llorones: dejen en paz a la gente y planten árboles, menos prohibir a la gente vivir, y a veces sobrevivir, y más promocionar el color verde del paisaje
Hablamos ayer del informe sobre el cambio climático. La reacción ha sido la esperada… y la aprovechada, consistente, antes que nada, en meter miedo a la población. El cambio climático es como el segundo Covid: sólo genera pánico.
Siempre ocurre lo mismo. En pleno agosto, cuando hace calor, vuelve la histeria del cambio climático. Con decirles que la vicepresidenta Teresa Ribera ha interrumpido sus vacaciones para grabar un vídeo en el que dice que si no quieres caldo, toma dos tazas. Tras el histérico informe de Naciones Unidas, la histérica Ribera quiere fastidiarnos un poquito más… que de eso se trata.
Ejemplo: me preocupa que los medios de comunicación no nos opongamos a tanto tópico, es más que colaboremos con él. Ejemplo, titular a todo trapo de El País: “La humanidad ha causado ya daños irreversibles al planeta”. No, al planeta no, al hombre, en forma de estupidez acrítica.
Señores ecologistas, pelmas y llorones: dejen en paz a la gente y planten árboles, menos prohibir a la gente vivir, y a veces sobrevivir, y más promocionar el color verde del paisaje.
Ecologistas pelmas y llorones: a plantar árboles y a aprovechar la parte positiva del cambio climático
Por las mismas, tampoco vendría mal aprovechar la parte buena del cambio climático, que, por ejemplo, puede fertilizar zonas estériles.
Pero lo más importante: que cese esta obsesión contra el hombre. Intuyo que es obsesión contra el hombre-varón, que, además de depredar al hombre-mujer también depreda a la naturaleza con su machismo. Seguro.
En primer lugar, por lo que decíamos ayer: culpar al ser humano es una tautología y las obviedades no aportan nada. El hombre es culpable de todo lo malo que ocurre en el planeta y es, al mismo tiempo, el único que merece mérito por lo bueno que ocurre en este mismo planeta. Y esto por ser el hombre el único miembro racional del susodicho planeta Tierra.
Pero, además, un detalle: el hombre no desertiza la naturaleza, la fertiliza. Acordaos del Sáhara durante el Imperio Romano. Mientras estuvo bajo la égida de los agricultores romanos, aquello era el granero del Imperio, un vergel de trigo, vid, olivo, etc.
¿La humanidad ha causado ya daños irreversibles al planeta? No, sólo al hombre. Que no le amarguen la existencia
Llegaron los musulmanes, poco amantes de la agricultura e incluso ajenos a toda ganadería que exija muchos cuidados y mucho verde. Fue entonces cuando el Sáhara avanzó hacia la mismísima costa mediterránea. Y allí se quedó. Pero el Sáhara también puede volver a ser fértil. No con ecologetas, sino con agricultores y ganaderos, con gente que no se dedica a llorar por Míster Planeta sino a sacarle el máximo rendimiento para el hombre de esta generación y de las futuras. Para explotar al redicho planeta -y a otros planetas, que ya lo haremos- en beneficio del hombre, en obediencia al mandato bíblico de henchid la tierra y sometedla.
¿Y al planeta? Que le vayan dando. El planeta sólo nos interesa en cuanto despensa de alimentos y de oxígeno para el hombre: de esta generación y de las venideras. Por lo demás, que le vayan dando.
Ecologistas: no seáis tan pelmas y dejar de meter miedo al personal. Parecéis Fernando Simón. Que no le amarguen la existencia.
Por cierto, ¿Por qué no emplear los fondos europeos en hacer un plan de reforestación de España?