Sr. Director:

No descubro nada nuevo al hacer esta afirmación, ya que es algo bien conocido por el pueblo español y, salvo los borregos que se niegan a admitir la verdad sobre el nefasto gobierno que nos toca sufrir, o los lacayos que disfrutan de algún puesto o beneficio otorgado por el adalid, el resto del pueblo sabe que nos gobierna un indeseable señor, incapaz de admitir su inutilidad y con tal altanería y petulancia que pretende crear un ministerio de Sostenibilidad Democrática dirigido por el denostador Oscar Puente, para censurar todo lo que se diga de él siendo verdad. Claro que el objetivo del aprendiz de dictador no es solo lo que publique la prensa: tiene también entre ojos a los jueces y esto le hace “más tilín”. El objetivo de la censura a la prensa está en marcha y con ello puesto fin a la libertad de expresión, algo que solo existe en las tiranías; lo de los jueces se lleva tramando desde hace algún tiempo.

Pero en el entorno del gobierno hay otros elementos capaces de agraviar otras actividades españolas, como aquella del ínclito Alberto Garzón que infamaba en el extranjero la calidad de nuestras carnes; o la de la insípida Irene Montero, con su teoría de que los acosadores sexuales debían beneficiarse con las leyes. Pero lo más gordo ha sido, primero las afirmaciones de la mencionada Irene, que señalaba a los niños objeto de abusos sexuales, si eran conformes en ello. Y ahora llega Manuela Bergerot (tenía que ser una ultra de Más Mádrid) intentando generar también pedofilia al afirmar que a los niños, desde pequeños les tienen que hablar de sexo, de pornografía, masturbación, placer,... ¿Que puede habitar la cabeza de esta señora? ¡Qué aberración tan incontrolada! ¡Qué perversión pretende inocular a nuestra descendencia, comenzando por la más tierna infancia! Yo daría de castigo a esta señora el no acercarse a menos de 5 kilómetros de un niño.