Sr. Director: No parecen existir dudas de que la debilitada oposición parlamentaria turca terminará por aceptar no solo la vuelta a la pena capital en el país sino de cuantas reformas pretenda imponer en la Constitución el reforzado presidente de la República para eliminar de una vez a sus adversarios políticos y, al mismo tiempo, la tutela que el Ejército ejercía sobre la laicidad del Estado. En síntesis, lo que Erdogán pretende según todas las apariencias es recuperar para sí el poder absoluto que ejercían los sultanes turcos durante la larga época del califato otomano, sin que parezca importarle demasiado la negociación con Europa, de la que ya empieza a despegarse tras la normalización de sus relaciones con la Rusia de Putin. No parece, sin embargo, que Erdogán trate de distanciarse de la OTAN, ni de la lucha contra el terrorismo de sus vecinos del Estado islámico, pero sí está claro que no desea permanecer ajeno a la disputa sobre la hegemonía regional que mantienen Arabia Saudita e Irán. En todo caso, hay que estar preparados ante las sorpresas que todavía puede deparar a Europa la evidente deriva totalitaria del presidente islamista. Pedro García