Sr. Director:

De obligado cumplimiento parece ser la norma de nuestros políticos, en sus alegatos, de no mediar palabra caballerosa sino rebatir ideas a través del insulto o improperio. Y es que con estos temperamentos hispanos tan ardientes no son posibles los términos medios. Lo llamativo es que luego exigen ser tratados ellos con honorabilidad y distinción. Ello nos lleva a pensar en lo singular de la situación: consideran un derecho propio exigir a los demás lo que ellos mismos son incapaces de cumplir. Hay exigencias comunes a todas las personas, por derecho natural, ocupen el cargo que sea, de tratar con respeto y deferencia a los demás y ello no significa rebajarse y ni mucho menos pensar de igual manera o dar conformidad y asentimiento a sus propuestas. Ello significa simplemente poner de manifiesto un mínimo de educación básica o, como se suele decir, comportarse sin perder las formas.