Sr. Director:

La esencia del ser de la mujer es la posibilidad de ser madre, es lo que nos hace ser lo que somos, como decía Aristóteles. Por eso, el impedir que la vida de un hijo en el seno materno continúe su proceso de desarrollo conlleva una negación de la madre como mujer.

El feminismo actual abandona a la mujer ya que le niega su esencia femenina natural y, además, le ha hecho creer que su rol de madre no es más que una imposición machista de la sociedad que la esclaviza y le quita libertad. Ideas un tanto engañosas porque sin vínculos, no hay libertad.

Muchas feministas no quieren asumir la verdad científica y ontológica de que un feto no es una parte del cuerpo de la madre, simplemente está implantado en ella, depende de ella pero es una realidad distinta que llegará a ser independiente, sino se le mata en el camino. Esta idea la expresa muy bien la mujer embarazada cuando dice “estoy embarazada” y no dice “mi cuerpo está embarazado”, como apuntaba Julián Marías. La relación de alteridad que existe entre el nasciturus y su madre no se transforma en una relación de identidad. Se podría decir que “el contenido y el continente nunca se identifican” porque son dos realidades distintas. Además, la dependencia del concebido de la madre no le convierte en una parte de su cuerpo. Me ha parecido importante comentar esto hoy “Día de la Familia”.