Sr. Director:

Hacer de la necesidad virtud es un principio que significa sacar ventaja de las desventajas y beneficio de las desgracias. Pero también cabe una interpretación más malévola si lo aplicamos al velado engaño de quien aprovecha en su interés algo malo, vendiéndolo como bueno. Como hace Pedro Sánchez, prodigioso mercachifle de motos averiadas, cuando utiliza como chantaje las promesas de ayudas estatales por los daños de la riada de Valencia, si le aprueban sus Presupuestos Generales. Y como también hicieron un poco antes las feministas progresistas cuando, al conocerse las denuncias contra Errejón por supuestos abusos sexuales, les faltó tiempo para reclamar mayor financiación para sus insaciables chiringuitos.

Mas donde verdaderamente se riza el rizo de vendernos lo malo como bueno ha sido respecto al aborto, transformando un triste delito donde la madre mata a su hijo, en un novísimo derecho a la “salud sexual” de la mujer. Un derecho tan progresivamente avanzado que ya se penaliza con prisión rezar en silencio cerca de los lugares donde se perpetra, y que en Francia se ha multado con cien mil euros a un canal de televisión por considerar el aborto como la principal causa de muerte en el mundo (73 millones anuales). Al parecer todo vale contra quien ose criticar las bondades del derecho a matar seres humanos en el seno materno. Y es que, como gritaban aquellas asaltantes del Congreso, el aborto es sagrado. Lo único sagrado hoy... junto a las vacas.