
Mons. Alphonsus Cullinan, obispo de Waterford y Lismore, en Irlanda, dijo que notó las arrugas en los rostros de las personas, arrugas de dolor, preocupación, estrés, ansiedad, pero que precisamente ahí Jesucristo se hace presente para aliviar nuestras penas
Sr. Director:
Mons. Alphonsus Cullinan, obispo de Waterford y Lismore, en Irlanda, salió el pasado miércoles de ceniza a la calle, revestido con alba blanca y estola morada y con un recipiente lleno de cenizas bendecidas, dispuesto a imponerlas sobre las cabezas de las personas que así lo deseasen. En Irlanda, un país donde la fe católica está en declive, como en la casi totalidad de los países europeos, la respuesta de la gente demostró que todavía hay fe verdadera y real.
El Prelado comentó que la reacción de la gente fue conmovedora, expresando su sorpresa por la devoción de quienes se acercaron a iniciar la cuaresma con el rito de la imposición de las cenizas.
El Obispo dijo que notó las arrugas en los rostros de las personas, arrugas de dolor, preocupación, estrés, ansiedad, pero que precisamente ahí Jesucristo se hace presente para aliviar nuestras penas, para perdonar nuestros pecados, para animarnos en nuestra peregrinación por este mundo, para liberar a los oprimidos y dar la libertad a los encarcelados injustamente: esto nos incluye a todos, pues todos necesitamos libertad, perdón, sanación, salvación, todos necesitamos de la gracia divina.
Cullinan precisó que, pese a la creciente secularización de Irlanda, la misión de la Iglesia es acudir donde está la gente y ofrecerles la buena noticia del Señor Jesús, su Evangelio de vida y salvación.
Muchos ni siquiera sabían que era Miércoles de Ceniza, pero al ver al obispo revestido y con un cuenco de cenizas en las manos en la plaza de la ciudad, lo recordaron. Incluso algunas personas pasaron, vieron al Obispo y se marcharon, pero después regresaron para pedir al Obispo que les impusiera la ceniza.
Cullinan, de 65 años de edad, fue ordenado sacerdote en 1994 y designado obispo por el Papa Francisco en el año 2015.
En su primera carta pastoral tras la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, cuestionó en voz alta si la decisión favorecía sólo los intereses de los adultos sin considerar los derechos de los niños. Tras la legalización del aborto en 2018, Cullinan afirmó que los católicos que votaron a favor debían reconocer que habían cometido un pecado y debían confesarse antes de recibir la Sagrada Comunión. Además, también sostuvo que al aprobar el aborto, Irlanda favorecía el camino para legalizar la eutanasia activa.
En otra ocasión, el Obispo coincidió con el Papa Francisco al atribuir la crisis de abusos sexuales por parte de algunos miembros de la Iglesia a la acción perversa del diablo. Sus declaraciones provocaron reacciones adversas en la clase política irlandesa, al igual que su crítica al yoga y otras prácticas que nada tienen que ver con el cristianismo.
Pese a los desafíos, el obispo Cullinan se muestra todavía optimista sobre la fe cristiana en Irlanda. Cree que todavía hay fe, hay fuegos encendidos de fe por todo el país, nuevos brotes de crecimiento que darán frutos a su tiempo.
No obstante, reconoce los obstáculos: "los principales medios de comunicación y los líderes políticos han construido un mundo sin Dios. Y los resultados son bien patentes: desesperación, desesperanza, rupturas matrimoniales y familiares, colapso social, aumento de problemas de salud mental y pérdida del sentido de la vida.
Con todo, existen pequeñas comunidades cristianas que buscan tener una fe robusta, una gran esperanza y el amor incondicional de Dios"
En la festividad de San Patricio, el evangelizador de Irlanda en el siglo V, damos gracias a Dios por la vida y la actividad evangelizadora y misionera del santo patrón de Irlanda.
Su influencia en las leyes y cultura de ese país fue enorme, pues trabajó en favor de las mujeres, los pobres y los esclavos, mientras debatía con reyes y nobles.
Europa no será un continente de esperanza si no vuelve a Jesucristo.