Sr. Director:

No podemos dejar pasar este  12  de octubre sin reiterar nuestro amor y el amor de España y de los pueblos hispanos a la Santísima Virgen María,  la cual es invocada por los cristianos bajo múltiples advocaciones,  una de las más importantes y extendidas es la de Nuestra Señora del Pilar, o simplemente la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Según una milenaria tradición,  en el año  40  de nuestra era se encontraba el apóstol Santiago en la actual Zaragoza,  donde sólo se habían convertido a la fe cristiana unas pocas personas.

Santiago se desanimó,  porque había orado y trabajado mucho por la evangelización de Hispania y el resultado no había sido el que él esperaba.

En estas circunstancias, la noche del 2 de enero del año 40, la mismísima  Virgen María  se le apareció sobre una columna o pilar de jaspe,  animándole a seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo a todos.

Además, la Virgen dió un encargo a Santiago diciéndole que  allí mismo  se tenía que levantar un templo en su honor,  en honor de la Virgen María, y que en España nunca desaparecería del todo la fe verdadera.

En el lugar donde ahora se levanta la imponente basílica de  Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza  hubo primitivamente una pequeña ermita en honor de la Virgen y más tarde una iglesia más espaciosa. 

Hoy,  en este mismo punto,  podemos admirar la preciosa basílica de Nuestra Señora del Pilar,  donde acuden los fieles a dar culto a Nuestro Señor  y  a venerar a la Madre de Dios,  a darle gracias,  a pedirle favores, a rogarle por España y por los pueblos hispanos, a besar el pilar.

La Santísima Virgen María es el pilar de nuestra fe, de nuestra caridad y de nuestra esperanza.

Confiamos en que  Ella  rogará  a su Hijo Jesús por todos nosotros y seguirá alentándonos para que no nos dejemos llevar por las insidias del diablo  y  sí nos dejemos llevar por el amor  y  la gracia del Señor.

Que Nuestra Señora del Pilar interceda por todos los españoles, por España entera, por Hispanoamérica, por todas las almas, a fin de que  la fe católica  impregne cada vez más y con mayor profundidad todas las realidades humanas y sociales, para mayor gloria de Dios y salvación de todos.