Sr. Director:

Jacinto Benavente, nuestro Premio Nobel de 1922 “por haber continuado dignamente las tradiciones del teatro español” y reflejar fielmente la sociedad de su tiempo, con cierto toque de crítica, escribió en 1931, apenas proclamada la República, “Cuando los hijos de Eva no son los hijos de Adán”. Una obra que refleja la problemática del divorcio, o más bien las lamentables consecuencias de la difícil convivencia de los hijos provenientes de padres divorciados una o más veces, pero que persisten en su idea de que las diferentes proles convivan en una misma casa. He aquí un parlamento decisivo, muestra de los extremos a que puede llegar esa tensa y mal llamada convivencia: “Para ser hermanos hay que serlo del todo. Entre nosotras no hay nada que pueda unirnos; ni los recuerdos, ni el haber conocido a la misma madre, ni siquiera el haber rezado las mismas oraciones. De distinta patria, de religión distinta… Ellas que hablan con desprecio de mi madre, yo que miro con más desprecio a la suya… Podremos llamarnos hermanas, no podemos serlo. Para ser hermanas hay que haberlo sido siempre; hay que ser hijos del mismo padre y de la misma madre, en una misma familia con los mismos recuerdos, alegres o tristes, con la misma vida…”. Frases que rezuman los más amargos sentimientos y frustración vivencial. Son palabras cargadas, ciertamente, de un latente y efectista dramatismo, pero que recogen el total fracaso de unos padres que con el divorcio han creído solucionar sus problemas matrimoniales, (sin conseguirlo tampoco), dejando tras sí una siembra de desentendimientos, incomprensiones, odios… de los que ahora quieren vivir al margen cuando la triste realidad es que fueron originados por ellos mismos. Son las secuelas del divorcio, impensadas, e irresponsablemente no asumidas, que hoy en día se presentan también en diferente orden y grado, pero de manera real. ¿Acaso no es una lección magistral impartida con nobleza y sinceridad, sobre los bienes que se desprenden de la fidelidad conyugal, la de tantos matrimonios que llegan a la senectud unidos y henchidos de felicidad?