Sr. Director:
Tal y como ha informado el obispo de Córdoba, Don Demetrio Fernández, el Papa Francisco, con el apoyo del Patriarca Bartolomé, procederá a canonizar oficialmente a Osio de Córdoba.
Osio nació en Córdoba en una importante familia hispano-romana en el año 256. Fue elegido obispo de su ciudad en el 294. Durante la persecución de Diocleciano y de Maximiano padeció tormento por la fe y fue enviado al destierro. Asistió al Concilio de Elvira en Hispania. Famoso por su prudencia y santidad, acompañó al emperador Constantino a Milán en el año 313, y parece ser que influyó en la redacción del Edicto de tolerancia religiosa que el emperador proclamó en ese lugar. La relación con Constantino fue muy profunda, y se cree que fue Osio quien lo catequizó y lo llevó al bautismo.
La principal actividad del obispo Osio fue su lucha contra la herejía arriana. Arrio negaba la divinidad del Hijo consubstancial al Padre. Enviado por el emperador, Osio medió en las disputas entre Arrio y San Atanasio. El conflicto no resuelto condujo a la celebración del Concilio de Nicea, convocado por Osio, por orden de Constantino en el año 325.
En este Concilio participaron 318 obispos, presididos por el mismo Osio, quien firmó el primero tras los delegados del Papa. Parece ser que fue el mismo Osio quien redactó el Credo llamado de Nicea.
En el 343 convocó el Concilio de Sárdica, al que acudieron 300 obispos griegos y 76 latinos, para fijar las líneas de organización eclesiástica y reafirmar la condena del arrianismo.
De vuelta a Hispania, Osio reunió en Córdoba un concilio provincial en el que se aprobaron las decisiones de Sárdica.
En el año 355, el emperador proarriano Constancio II decidió terminar con la gran influencia que Osio tenía y obligarle a que condenase a san Atanasio. Siendo ya centenario, el emperador obligó a Osio a comparecer ante una reunión de obispos arrianos, donde se le presionó, azotó y atormentó, pero nuestro obispo se negó rotundamente a firmar la condena de Atanasio. Entonces fue desterrado a Sirmio, en Panonia, y murió lejos de su tierra y de su diócesis en el año 357. La Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica de rito oriental lo veneran como santo confesor y celebran su fiesta el 27 de agosto.
El actual Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos ha tenido a bien firmar un promemoria para que el obispo Osio reciba culto en toda la Iglesia, y no sólo en algunas Iglesias. Este acontecimiento tiene lugar en el contexto del 1700 aniversario de la celebración del Concilio Ecuménico de Nicea, que se celebró en el año 325 y fue presidido por nuestro Osio. El actual Patriarca de Constantinopla ha apoyado firmemente esta causa. Así pues, se espera la firma del Papa Francisco para canonizar oficialmente al obispo Osio y para que su fiesta se celebre en el conjunto de las Iglesias cristianas.