Sr. Director:

El pasado 19 de marzo celebramos la festividad de San José, esposo de la Virgen María y quien hizo las veces de padre de Jesucristo, el Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María.

En nuestros evangelios (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) no se conserva ni una sola palabra que José pronunciara, pero no es porque fuera mudo, sino porque no necesitó hablar para hacer el bien. Hizo el bien y practicó la fe, la esperanza y la caridad a través de su elocuente silencio.

Hay ocasiones en que no es necesario hablar y hay otras en que sí. Y hay veces en que es mejor guardar silencio prudentemente, orar y esperar.

San José se fió completamente de Dios e hizo lo que Dios le pidió en cada momento, con corazón de padre, como nos recordó en el año 2020 el Papa Francisco. ¿Y cómo no mencionar la exhortación apostólica de San Juan Pablo II "Redemptoris Custos" del año 1989?

Cada vez que el Pueblo de Dios se ha visto rodeado de peligros, tentaciones, dificultades, problemas graves, ha acudido a San José y a la Madre de Dios para que ambos intercedieran por nosotros.

Ahora, en estos tiempos de indiferencia religiosa y de ateísmo práctico, nosotros hacemos lo mismo, o lo deberíamos hacer: recurrir a la intercesión de la Virgen María y de San José, para rogarles y para imitar sus virtudes.

¡Cuánto podemos aprender de la Santa Madre de Dios!

¡Cuánto podemos aprender de San José!

¡Cuánto podemos aprender de los santos y santas, que nos ayudan en el seguimiento de Cristo!

En el año 1870, el Papa Pío IX proclamó a San José: Patrón de la Iglesia Universal. Y en el año 1955, el Papa Pío XII le declaró especial protector de los trabajadores y de los que no encuentran empleo.

La Iglesia tiene el convencimiento de que, ya que San José cuidó con tan gran amor de Jesús y de María, ahora nos cuida también a todos nosotros, cuida a toda la Iglesia, a todo el pueblo cristiano, a los enfermos, los migrantes, los pobres, los más necesitados, los parados de larga duración, etc.

Por último, no puedo dejar de mencionar algo que hemos visto en Valencia los días 17 y 18 en la ofrenda de flores de los falleros y falleras a nuestra patrona, la Virgen de los Desamparados: en el centro de la plaza de la Virgen de la capital valenciana se instala una grandísima imagen de la Patrona, y los miembros de las comisiones falleras desfilan por delante de Ella para hacerle entrega de unas flores.

Pues bien, este año, la tarde del día 17 y la tarde del día 18 se puso a llover, precisamente a la hora de la ofrenda floral, pero la lluvia no impidió que falleras y falleros pasaran por delante de la imagen de Nuestra Señora y le regalasen sus flores como muestra de su cariño hacia la Madre del Señor y Madre nuestra.

La última en ingresar en la basílica de la Virgen el día 17 fue la fallera mayor infantil de Valencia junto con su corte de honor: allí fue recibida por el Sr. Arzobispo de Valencia, el cual dirigió una oración a la Virgen pidiéndole por todos, en especial por la infancia. Y el día 18 hizo lo propio la fallera mayor de Valencia junto con su corte de honor y otros representantes del mundo cultural y festivo de nuestra comunidad valenciana.

El Sr. Arzobispo les recibió, pasada la una de la madrugada, dirigió unas palabras a todos los presentes y elevó una oración a la Mare de Déu para que continuar mostrándose madre para con todos nosotros, que somos sus hijos. Participaron también en la ofrenda de flores representantes del mundo fallero de las localidades afectadas por la dana del pasado mes de octubre: hemos rezado por las almas de los difuntos y hemos rezado por todos los afectados por la citada dana.

El pueblo sencillo ha manifestado de esta manera valiente y fiel su devoción a la Madre de Dios y al glorioso patriarca San José, terror de los demonios.

El hecho de que reconozcamos que hay responsables del episodio de octubre del año pasado no es obstáculo para que imploremos la ayuda del Cielo; al revés, es una imperiosa necesidad que tenemos: éso significa que necesitamos de Dios.

Que Él nos cuide, nos proteja y nos salve.