La idea-fuerza de Moncloa y del grupo PRISA (no, no es lo mismo, lo primero es el gobierno de la nación; lo segundo, un grupo periodístico) es que el juez que lleva el caso Begoña Gómez, podía haberse esperado hasta el lunes, un día después de las elecciones europeas. 

Sin embargo, miren por dónde, la Fiscalía Europea, también se ha interesado en el caso Begoña y no le ha importado que estemos en campaña para solicitar documentación al respecto. No sólo eso: los fiscales de Luxembugo han ordenado a la UCO (Guardia Civil) que registre los archivos de la agencia oficial Red.es, porque el señor Carlos Barrabés recibió fondos europeos para actividaides relacionadas con esta empresa pública, Y ya lo ven: la Fiscalía europea no atiende a procesos electorales no ha producido extrañeza en ningún ministro de la Corona de España. 

Eso sí, algo ha quedado claro: Begoña Gomez y Pedro Sánchez se quieren. Si algo le gusta al presidente del Gobierno es la impunidad: Se meten con Begoña, pues Begoña recibirá un baño de masas... y se la llevó a Benalmádena.

Verán: el delito de tráfico de influencias es el más difícil de demostrar y uno de los más fáciles de mostrar. Cuando una empresa, Globalia-Air Europa, patrocina las actividades de la mujer del presidente del Gobierno y luego resulta que el presidente del Gobierno salva a esa empresa de la ruina, con una inyección de más de 600 millones de euros de fondos públicos (casi 1.000, si lo ampliamos al conjunto de Globalia), a lo mejor no hace falta escudriñar el comportamiento de doña Begoña: basta con constatar que esto es un escándalo por el que Pedro Sánchez ya debería haber dimitido.