Esta semana ha empezado con Nuestra Señora del Rosario, aniversario de la batalla de Lepanto (7 de octubre) y termina con la virgen del Pilar (12 octubre), patrona de la Hispanidad y, además, Fiesta Nacional española. Como calendario completo no está mal.

Relacionado

Sólo tenemos un problema: la España oficial y, ¡ay dolor!, buena parte de la España real viven alejadas tanto de Lepanto como de la Hispanidad, tan alejadas de Covadonga como de Francisco de Vitoria.

Pero eso no implica que lo que da sentido a la nación española son cuatro hechos históricos: España expulsó a los musulmanes de Europa en el este -Lepanto, y en el Oeste-, tras 700 años de Reconquista y tras derrotar al mayor poder musulmán, el de Córdoba que haya existido jamás.

Al mismo tiempo, evangelizamos América y creamos la Hispanidad, es decir, el mestizaje racial y la cultura cristiana mejor encarnada en una sociedad a lo largo de toda la historia.

Tercer logro: los jesuitas españoles, encarnados en Trento, retuvieron la filosofía -desgraciadamente no la práctica- calvinista creadora del capitalismo más salvaje, racista... y predestinador, que es la cuna del racismo. 

Mientras, el dominico Francisco de Vitoria creaba el derecho internacional y daba sentido a la odisea americana, con España, América se hizo occidental (desde entonces, Occidente es Europa y América) y cristiana, aunque la ruptura protestante-calvinista inundó Estados Unidos, primera potencia mundial, desgracia de todos.

Finalmente, detuvimos, tras una cruenta guerra civil, al comunismo en Europa Occidental, ese leninismo homicida que prendió en España con la II República y que hubiera logrado su gran victoria si hubiese logrado conquistar España, el país suroccidental del continente. Europa derrotó al nazismo, con ayuda de Estados Unidos, pero España derrotó sin ayuda de nadie al comunismo. Los europeos no lograron expulsar al estalinismo de Europa, sólo recluirlo en su zona oriental, pero España sí expulsó al marxismo de Europa Occidental.

Cuatro logros de la nación española para la Fiesta Nacional española de 2024. Hemos  vivido décadas de un patriotismo dormido, hasta que la pesadez insufrible de los nacionalismos vasco y catalán vino a despertarnos. Ahora sólo hay que inducir correctamente esa recuperación nacional.