Algo está claro: el presidente del Gobierno español no tiene abuela. Atención al titular de la nota de prensa-propaganda emitida por Moncloa, acerca de la cumbre malagueña -más bien comentarios entre dos socialistas en un sofá- entre el canciller alemán, Olaf Scholz y el presidente español, Pedro Sánchez.

La nota de Moncloa nos dice que, durante la reunión bilateral, ambos mandatarios, abordaron los temas clave de la agenda europea y los avances logrados durante la Presidencia española. ¿Comprenden? Avances inconmensurables de un presidente europeo interino, meramente honorífico, que está en funciones en su país, que lleva tres meses largo de interregno, que para mantenerse en el sillón monclovita ha vendido a España y al que Bruselas ya ha llamado la atención por al menos tres cosas: tiene que reducir el gasto y la deuda pública porque vamos hacia el abismo; tiene que despolitizar la justicia, que sean los jueces los que elijan a los jueces y no los políticos y acaban de exigirle que explique la Ley de Amnistíaque no parece que encaje ni en la Constitución española ni en los valores europeos, que no tengo muy claro lo que son en este momento pero que suena muy bien decirlo.

La prueba está en recordar que así es como salen los triunfadores de sus comparaciones públicas: protegidos por la Guardia Civil y los antidisturbios.

En el caso de la Benemérita, la labor de la protección, al parecer, la hacen muy a su pesar, porque aún con la degeneración actual que vive este instituto armado, mitad policial, mitad militar, en su seno aumentan los que ya no aguantan ni la egolatría peligrosa de Sánchez ni las venganzas venenosas de Marlaska.

En cualquier caso, parece que existen dos Sánchez: el triunfador que nos describe RTVE y el abucheado, en cuanto pone el pie en la calle. A lo mejor es que tiene un doble.