En 2024 llegaron a Canarias, en cayucos, 46.000 personas. Se supone, difícil de averiguar, que otros 10.000 perecieron en el mar. La ruta canaria para entrar en Europa, desde Marruecos, Mauritania y Senegal, se ha convertido en la ruta de inmigración ilegal más importante del mundo, mientras el Gobierno español mira hacia otro lado y califica de fascista a aquel que se proponga ponerle coto.

Son tantos los lugares comunes en este asunto que no hay forma de pensar sin prejuicios pero, ante la magnitud de estas cifras, a lo mejor hay alguien que pueda razonar. Cuando menos: ¿Seguro que la solución es repartir, solidariamente, por las comunidades autónomas a los que llegan? ¿No convendría detener el tráfico? ¿No convendría acoger sólo a los que puedas integrar?

Por cierto, muchas bromas sobre la sugerencia de enviar a la Armada a detener este tráfico de muerte. ¿A bombardear cayucos? No, pero sí a bombardear a narcotraficantes... estén ligados los gobiernos o no lo estén... que lo están.