Confesar los pecados no es morboso: lo morboso es no confesarlos
Juan Pablo II, hoy santo, murió un 2 de abril de 2005. Era sábado por la tarde noche. Al día siguiente era la Festividad de la Divina Misericordia, segundo domingo de Pascua. Una fiesta que él había instaurado, la única nueva festividad litúrgica en todo el siglo XX.
Fiesta de la patrona de la Divina Misericordia, a quien el propio Wojtyla había canonizado y, antes de ser Papa, como obispo de Cracovia, ya había contribuido a sacarla del índice de los libros prohibidos.
Comienza la semana de la Divina Misericordia con indulgencia plenaria de pena y culpa
Lógico: durante más de un cuarto de siglo en el Vaticano no se entendió la profundidad de las revelaciones divinas a aquella monja semianalfabeta. Quizás porque habían olvidado la infancia espiritual de los místicos clásicos o, porque en un siglo tan moderno como la muy tecnológica vigésima centuria, lo de hacerse como niños sonaba a cuento de hadas: ¡Qué pena que hayamos perdido la confianza en los cuentos de hadas!
Al parecer, los jueces eclesiásticos de Faustina Kowalska tampoco entendieron la relación de sus revelaciones con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que ha alimentado a millones de almas durante siglos. Quien quiera saber más sobre Kowalska que lea este buen resumen de Aciprensa y quien pretenda saber más, como si dijéramos, saberlo todo, que acuda al Diario de la Divina Misericordia, la obra clave –y única, no necesitaba más- donde Faustina Kowalska, cuenta en primera persona, las revelaciones de Jesús.
Siete días para confesar, comulgar y obtener la indulgencia plenaria de la Divina Misericordia
Pero quizás lo más ininteligible para el Vaticano y donde más hincapié hizo el obispo de Cracovia para levantar el interdicto a Faustina Kowalska (hija de herrero), que ya en plena ocupación nazi de Polonia y más tarde con los comunistas, visitaba la capilla de la monja Kowalska (1903-1935), fueran las cuatro palabras que resumen todo el mensaje de Santa Faustina: “Jesús en ti confío”. Son cuatro palabras que han dado la vuelta al mundo y que suponen toda una filosofía de vida y toda una experiencia mística. Nada nuevo y todo revolucionario, como siempre ocurre con los descubrimientos sobrenaturales.
Total: que Juan Pablo II creó la Fiesta de la Divina Misericordia.
Dios no quiere ser admirado, quiere ser amado: muchos creen en Cristo pero pocos confían en él
Kowalska viene a decirnos que nos abandonemos en manos de Dios y todo lo demás vendrá por añadidura.
Y con ese programa, San Juan Pablo II creó la fiesta de la Divina Misericordia y otorgó indulgencia plenaria total, de pena y culpa, para quienes cumplan el programa de conversión –sencillito- que conlleva toda su indulgencia: confesar y comulgar siete días antes o después del domingo 28,renovar con el rezo del Credo las verdades de fe, renovar con el rezo del Padrenuestro el amor a Dios y rezar por el Papa actual. Pero todo parte de la confesión, claro. Recuerden que la vida humana consiste en practicar dos palabras: perdón y gracias.
Por eso, porque la misericordia de Dios debe ser correspondida con el arrepentimiento del hombre. Sin arrepentimiento, en lo humano y en lo divino, de nada sirve el perdón, sin perdón el hombre no puede vivir la justicia. Es imposible.
Así que, reitero: a confesar cuanto antes. Siete días antes o siete después de la Fiesta de La Divina Misericordia. Es decir, antes o después de ir a votar el 28 de abril. Yo lo haría antes, porque después del domingo 28 a lo mejor tiene el alma llena de muy mala leche.
Recuerden: Dios no quiere ser admirado, quiere ser amado: muchos creen en Cristo pero pocos confían en él.
Para saber más sobre la divina Misericordia y el dúo Kowalska-Wojtyla... Cada día, de esta semana, en la columna de la derecha, re-publicaremos un serial sobre el dúo Kowalska-Wojtyla, que ha marcado la civilización occidental durante el siglo XX y el pase al siglo XXI. Son 30 artículos para quien le interese saber más sobre la confianza en Dios y la misericordia de Cristo: todo un modelo de vida.
Ahí tienen la primera entrega.