- Pero el Nuevo Orden Mundial lo emplea para amordazar a sus adversarios.
- O para encarcelarlos: con el Código Penal español pueden caerte hasta cuatro años de prisión.
- El objetivo de los delitos de odio no es proteger a los homosexuales o a la mujer que aborta.
- Sino imponer la homosexualidad y el aborto.
Caminando por el
metro de Madrid (mal lugar para el paseo) observo el anuncio de la Comunidad de Madrid, es decir, pagado con el dinero de los madrileños por nuestra sin par
Cristinita Cifuentes, la promesa del
PP (¡Fíjense cómo estará el PP que la promesa es Cristinita) nos muestra una mano arcoiris con un cartel que reza: "Stop Odio". Y a continuación, la amenaza, que no defensa: "Si te agreden, llama al 112".
¿Qué es
agredir? ¡Ay amigo: eso es justamente lo que decide el agredido, que puede ser un personaje bastante susceptible o aún peor: puede, y suele ser, un
lobby que pretende silenciar -o encarcelar- a cualquiera que se oponga a sus dogmas. Y no lo hacen ellos: lo hace el Estado por ellos, con todo su poder y que, además, corre con el gasto. Por ejemplo, lo hace por ellos Cristinita Cifuentes, presidentísima de la Comunidad de Madrid por el PP.
Delitos de odio: el gran invento del
Nuevo Orden Mundial (NOM) para perseguir y amordazar al discrepante. Mientras el PP colocaba estos cartelitos y Cristinita obliga a los escolares a recibir clase de
homosexualismo desde la infancia (sí, nuestra Cristinita) El amigo
Barack Obama, que aprovecha su último medio año en la Casa Blanca como predicador progre, habla de "
delito de odio", casualmente. El NOM está consiguiendo que este nuevo
cinismo progre (no se trata de defender a los homosexuales o a los abortistas, sino de imponer la
homosexualidad y el
aborto) se expanda por todo el mundo y llene todos los códigos penales.
En España, en concepto, por delitos de odio te pueden suponer hasta cuatro años de prisión (
artículo 510 del Código Penal), un artículo propio de la más feroz de las dictaduras pero que aquí aplaudimos como lo que somos: unos perfectos cretinos. Y tú, queridísimo Obama: eres un perfecto cínico.
Y el problema de la cuestión es que, naturalmente,
el odio es un pecado, no un delito. Y cuando alguien trata de convertir el pecado en delito no lo duden es que lo que pretende es que
no está proponiendo, no imponiendo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com