• Al parecer, los masones viven una Navidad permanente.
  • Y muy honorable.
  • Ser masón: todo el año haciendo buenos propósitos

Felicitación pascual de los masoncetes. De entrada, nada de Feliz Navidad: "Feliz fraternidad universal". ¡Jodó! El vídeo comienza con un cuadro religioso donde Dios está allá, al fondo, en forma de triángulo, porque ya se sabe que el problema del deísmo es que es su dios-arquitecto resulta un poquito frío, un muchito insulso y un todo cursi, extraordinariamente cursi. Luego nos explican que los mandamientos masónicos son dos: -Conocerse a uno mismo. Esto es lo que se llama introspección. -Amar al prójimo como a ti mismo. Oiga y si Dios no es padre, sino un triángulo perdido, allá, al fondo del escenario, ¿por qué puñetas debería amar al vecino, con lo insufrible que me resulta? Este es el eterno problema de la masonería: pretende hermanos sin padre, fraternidad sin paternidad. Ya saben una cosa: no puede haber hermanos sin padre. Como mucho, hermanamiento. En cualquier caso, he descubierto que los masones viven en una Navidad permanente porque cuando alguien tiene honor y hasta honorabilidad, que se yo, Vito Corleone y los de las logias, sin ir más lejos, la lista de buenos propósitos es continua. Que se ejecuten o no es otra historia, pero los masones no son tan prosaicos como los cristianos: no importan los resultados;  sólo la buena intención. Al menos, mientras estarás en la fraternidad. Sé honorable, sé fraterno, sé masonazo. Feliz fraternidad universal. ¡Joé que cursilada!

Cristina Martín cristina@hispanidad.com