“Pienso en Santa Sofía y estoy muy dolido”, dice el Papa Francisco
“Pienso en Santa Sofía y estoy muy dolido”, dice el Papa Francisco. Yo pienso en Erdogan, que acaba de transformar la basílica cristiana de museo en mezquita y me encabrono muchísimo.
Hemos olvidado que Erdogan es un fundamentalista islámico, un tipo peligroso y retorcido. Menos mal que los franceses, que no el Gobierno francés, detuvieron su entrada en la Unión Europea (UE), cuando lo de aquella aberrante Constitución Europea, redactada por el masoncete de Giscard D’Estaing, uno de los grandes enemigos de España.
Y como integrista que es, Erdogan explota a los refugiados, la mayoría musulmanes, como él, mientras protege los intereses de Estado Islámico. Es el que ha impedido que el ejército sirio, aliado con los rusos, terminen con la lacra del ISIS. Lo dicho: un fundamentalista islámico y un tipejo miserable.
Mientras los franceses le paraban los pies, en España, el inefable Rodríguez Zapatero le financiaba, con cargo al bolsillo de los españoles, la Alianza de Civilizaciones, de la que Erdogan se aprovechó a gusto y luego, cuando se acabó el dinero, Erdogan depositó donde procedía: en el cubo de los desperdicios.
Al final, Europa detuvo la entrada de Turquía en la UE pero sigue echando mano de Erdogan, que paga muy caros sus servicios. Por ejemplo, en el cruel asunto de los refugiados. Y a cambio de dinero, Erdogan es capaz de cualquier cosa.
Los ancestros de Recep, islamistas, en un proceso que sería culminado por el por el muy laico Ataturk, fueron los autores del primer genocidio de la historia moderna, recién terminada la I Guerra Mundial, contra los armenios, un pueblo mártir del que asesinaron -las cifras varían- a más de 1 millón de personas y menos de dos.
Erdogan era el que decía: ¿Es que Europa va a ser un club cristiano? Pero la Turquía laica del masón Kemal Ataturk también tiene mucho peligro
Y no se engañen, Ataturk era un laicista, no porque repudiara los excesos del islam sino porque era otro masón. Por eso, no se convirtió la Basílica cristiana de Santa Sofía en una mezquita sino en un museo. Un tipo muy culto.
Ahora, Erdogan, la vuelve a convertir en Mezquita mientras Europa calla.
Bueno, España no calla. España aplaude, que no en vano Podemos y el PSOE quieren convertir la catedral-mezquita de Córdoba en una mezquita mahometana.
Turquía lleva 100 años evolucionando entre el fanatismo islámico de gentuza como Erdogan y la masonería cristófoba de laicos homicidas como Mustafá Kemal Atatürk. Lo mejor de cada casa. ¿Ambas cosmovisiones se entienden? A las mil maravillas. Porque tienen un enemigo común: la Iglesia.
Sí Francisco está dolido, yo encabronado. Pero lo malo es que, en España, el Gobierno aplaude y la oposición calla.