Sor Patrocinio e Isabel II. 13 de agosto, aniversario de la aparición de la Virgen a Sor Patrocinio
Hoy es el aniversario de un hecho importante, porque el 13 de agosto de 1831 la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias se apareció a Sor Patrocinio. Que esta aparición sea un tanto desconocida, eso ya no es culpa ni de la Virgen ni de Sor Patrocinio, si no de quienes tenemos la obligación de darla a conocer. En consecuencia, voy a hacer lo que está de mi parte, para que a partir de este artículo sea menos desconocida.
En el siglo XVIII se había comenzado un proceso de descristianización en toda Europa, y particularmente en España, que acabó siendo cruento en los años 1834 a 1835, y en el que Estado se apropió de los bienes de la Iglesia y expulsó de sus conventos a los religiosos, a imitación de lo que había hecho el país vecino años antes durante la Revolución Francesa. Se explica así la preocupación de Sor Patrocinio y la conversación que tuvo con la Virgen durante el éxtasis, como ella misma cuenta en uno de sus papeles íntimos:
“Hija mía —le consoló la Virgen— ¿por qué se contrista tu corazón, si todas las misericordias y tesoros de mi Hijo voy a poner en tus manos, por medio de esta mi soberana imagen, para que las distribuyas en mi nombre a los mortales, segura de que las que hicieses por amor a tus hermanos, esas mismas confirmamos mi Hijo y yo, que soy tu madre, en el Cielo? Díjela: Señora y Reina mía, ¿no veis la España; no veis los males que nos afligen? Hija mía, los veo; pero no puede mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta imagen le darás el título misterioso del Olvido; para darles a entender, que me han olvidado; pero yo que soy vuestra tierna y amorosa madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta imagen mía, que jamás mis misericordias se apartan de ellos”.
Sor Patrocinio fue una mujer extraordinaria, no solo por su belleza física y por su inteligencia sino, sobre todo, por su singular vida de santidad. Testigos de distinta extracción social, entre ellos la reina de España Isabel II, han dado su testimonio en favor de sus revelaciones, de sus éxtasis, de sus milagros y, sobre todo, de sus estigmas extraordinarios que la hicieron pasar a la historia como la monja de las llagas. El 13 de agosto de 1831 tuvo lugar la aparición de María Santísima que le dejó la imagen de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, que Sor Patrocinio llevó siempre consigo. Dicha imagen se venera en la actualidad en el Convento del Carmen de las Concepcionistas Franciscanas de Guadalajara, donde también reposan sus restos mortales en una de las capillas laterales.
Isabel II hizo un desmentido más rotundo de las calumnias que sobre Sor Patrocinio se han vertido de que se entrometía en los asuntos políticos de España
El 19 de julio de 1907 se hizo público el decreto de apertura del Proceso Ordinario de su Causa de beatificación y canonización. Transcribo una parte del testimonio de la reina Isabel II en dicho proceso. No puede hacerse un desmentido más rotundo de las calumnias que sobre Sor Patrocinio se han vertido de que se entrometía en los asuntos políticos de España. A Isabel II se le podrá acusar de muchas cosas, menos de no ser sincera, y téngase en cuenta además que esto lo escribió en los umbrales de la muerte y cuanto ya no tenía nada que ganar ni perder. Esto es lo que dijo:
“He sido testigo de esto y puedo jurarlo con la mano puesta sobre mi corazón y sobre la imagen de Dios que me ha de juzgar. Contra ella se ha dicho todo lo malo que decirse puede; pero todo fue urdido por los emisarios del maldito Satanás, que, así como a los primitivos cristianos echaban los gentiles la culpa de cuantas desgracias ocurrían, así también los masones, si se encendía en España la guerra civil, si caía un ministerio, si se atentaba contra mi real persona, si se daba algún puesto a algún personaje, en seguida gritaban por medio de la prensa impía: Son cosas de la monja sor Patrocinio; y yo protesto delante de Dios y de los hombres que ella jamás tuvo parte en tales cosas, ni se mezcló nunca en cosas de gobierno ni de política. Y doy muchas gracias a Dios porque me ha conservado la vida hasta este momento en que puedo desmentir de una manera solemne todas las calumnias e imposturas que contra tan santa religiosa propagaron los enemigos de Dios y de la patria española.
Aunque mi amada y venerada madre sor Patrocinio no tuviera a su favor más que la clase de hombres que la persiguieron, desterraron y calumniaron, tendría bastante para que cualquier persona sensata se formara un subido concepto de su virtud. La persiguieron los malos, los impíos, los enemigos de la Iglesia, prueba inequívoca de que ella no era de su bando, sino buena, piadosa y santa. Siento un indecible consuelo en dar esta declaración en los últimos años de mi vida, a favor de la inocencia y de la justicia perseguida. Ya moriré contenta, y Dios en cuya presencia hago esta declaración, la reciba en descuento de mis pecados y culpas y aumento de gloria que creo firmemente goza ya mi tan amada madre sor María de los Dolores y Patrocinio”.
La reina Isabel II dio este testimonio a menos de tres meses de su muerte, en unos momentos y circunstancias en los que lo único que importa es decir la verdad. Y hoy quiero unir mi testimonio a cuantos quieren levantar sobre la verdad a esta importantísima figura de la Iglesia en España. Saben bien todos mis colegas de Historia Contemporánea que defendí la verdad de Sor Patrocinio desde cuando muy joven hacía mi tesis doctoral sobre Pascual Madoz y el partido progresista. Y en esas estoy y sigo, a pesar de los pesares..., pero siempre orientada mi conducta académica por una de las enseñanzas de la madre Patrocinio a sus monjas, a quienes en un momento de durísima persecución escribió: “Todo esto se pasa y la eternidad sin fin se acerca”.
El siglo XIX fue algo más que el desarrollo de la ideología liberal-progresista, que arrojó a una buena parte de la sociedad al fango del materialismo y del odio entre las clases sociales. Eso fue lo que algunos trataron de imponer a fuerza de sangre. Primero fue la guillotina de la Revolución Francesa, a la que siguieron en Europa los ciclos revolucionarios de 1820, 1830, 1848... Es verdad que el siglo XIX fue algo más, porque en medio de tanto sufrimiento se dejó notar la mano maternal de la Virgen María, manifestaciones que por supuesto son tan objeto de la historia como las revoluciones citadas anteriormente.
El 13 de agosto de 1831 estando sor Patrocinio en el coro con toda la comunidad, entró en éxtasis desde las cinco a las seis de la tarde
En efecto, como en su momento señalara Pío XII nuestra Edad Contemporánea puede denominarse con toda justicia la “Era de María”, que comienza con las primeras manifestaciones extraordinarias de la Virgen en los invadidos Estados Pontificios por Napoleón, como ha descrito Vittorio Messori en un libro titulado Los ojos de María. Y a las revoluciones parisinas de 1830 le precede la primera aparición mariana moderna de la Santísima Virgen en la Rue du Bac. Allí a una novicia, Catalina Labouré, se le apareció la Virgen para recomendarle como remedio de nuestros males la devoción de la Medalla Milagrosa.
Justo un año después de las apariciones de París tuvo lugar en Madrid una aparición de la Virgen a Sor Patrocinio, que en su momento fue reconocida por el Papa Gregorio XVI. En este caso también fue a una novicia jovencísima, Sor Patrocinio, que con el tiempo se convertiría en una de las grandes fundadoras de España, pues a lo largo de su vida estableció y reformó un total de 19 conventos de clausura, a los añadía un colegio para niñas pobres.
La secretaria de Sor Patrocinio, sor María Isabel de Jesús, escribió en su día una biografía que yo he editado y anotado. Es impresionante la información que contiene, y en todos estos años que me he ocupado de investigar la vida de Sor Patrocinio, todavía no he cogido a la autora de este libro en un solo renuncio. Todo lo que dice es verdad y cada línea del libro se puede probar con documentos.
Sor María Isabel de Jesús, con toda sencillez, nos cuenta que el 13 de agosto de 1831 estando sor Patrocinio en el coro con toda la comunidad, entró en éxtasis desde las cinco a las seis de la tarde. Se le apareció la Virgen, le dejó una imagen y le dijo: “A tu solicitud y cuidado dejo el culto y la veneración de esta sagrada imagen mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en mí por la mediación de esta imagen, el consuelo. Al alma que rendida a sus pies me pidiese alguna cosa, jamás se la negará mi amor. Será el consuelo del mundo y la alegría de la Iglesia católica y, por su medio, mi Hijo y yo recibiremos culto. Tú, hija mía, alcanzarás la victoria del poder de Satanás, y tu comunidad perfección en servirme”.
La aparición de la Virgen del Olvido es un eslabón de una cadena de apariciones marianas durante el siglo XIX y XX, que naturalmente tiene su sentido histórico, que no es otro que librarnos del modernismo que es el peor mal que ha padecido la Iglesia y sigue padeciendo en toda su historia, pero de este asunto me ocuparé en el próximo artículo del domingo, en el que celebraré la figura de San Pío X, que lo condenó y calificó al modernismo como el conjunto de todas la herejías.