Ocurrió el jueves Santo, porque doña Christine Lagarde trabaja mucho: el Banco Central Europeo ha bajado el precio oficial del dinero del 2,5 al 2,25%. La evolución de los precios, así como el costo del crudo, unido al bulo de que los aranceles de Trump presagian una recesión, envalentonaron a Christine quien, no sólo anunció las bajadas de tipos sino que dio a entender que podía haber más bajadas.
Incluso, con la inflación en el 2,5% y la subyacente a la baja, cabe la posibilidad, por qué no, de que Christine vuelva a darnos una ¿alegría? y reduzca los tipos de interés en Eurolandia hasta volver a cero. De esta forma, así, al pronto, la clase política volverá a emitir emisiones de deuda sin límite, una y otra vez, y la sociedad europea continuará secuestrada por el Estado.
No pasa nada porque el rapto ya lleva 75 años de edad, mismamente desde que se inventara el liberticida Estado del Bienestar, la mayor maquinaria de corrupción que nadie haya inventado jamás.
Pero hay más: el siglo XXI no es el XX. No está claro que baste bajar los tipos de interés para que crezca la economía, y, sobre todo, tanto en el XX como en el XXI, parece que hemos olvidado la norma primera de la economía, conocida como ley de la oferta y la demanda.
La principal razón por la que los precios suben es porque hay mucha demanda o porque hay poca oferta. En la Europa de hoy, parece claro que es más lo segundo que lo primero: señores, el problema de Europa no es la alta inflación sino la baja producción.
En cuanto a los aranceles de Trump: lo mejor sería unirse a América y enfrentar a Asia. Además, un poco de autarquía no nos viene mal... para producir más.