Espléndida aclaración del Papa Francisco sobre la bendición eclesial a parejas homosexuales por parte de obispos y sacerdotes: oiga, se bendice a las personas no al pecado. 

Es decir, que los actos homosexuales sí son pecado: lo eran y lo siguen siendo. No lo es la tendencia homosexual pero sí la homosexualidad, que se concreta en los actos homosexuales. Ultimamente hay que hablar muy clarito, para que te entiendan.

Es más, el Papa lo ha aclarado mejor que el propio autor de Fiducia, cardenal Víctor Manuel 'Tucho' Fernandez, ya que éste, y otros clérigos, aseguraban que se bendecía a las dos personas de la pareja y no a la pareja... lo cual, con el debido respeto a los curiales, es una 'grossem chorradem' o, si lo prefieren, una solemne obviedad, es decir, una solemne chorrada. Francisco habla de no bendecir el pecado y así nos enteramos mejor.

Bien por la aclaración del Papa Francisco pero, entonces ¿para qué la declaración Fiducia Supplicans? Claro que a las personas se las bendice sin preguntarles si están en gracia o por sus inclinaciones sexuales: son personas. Y hasta a los animales se los bendice por San Antón.

Entonces, la Fiducia que no minucia, ¿para qué se ha promulgado? ¿Para confundir a la grey? ¿Para que el lobby gay asegure que la Iglesia permite la homosexualidad e incluso la bendice? ¿Para que los obispos alemanes exijan la modificación de los puntos 2357, 2358 y 2359 del Catecismo, que consideran a los actos homosexuales como algo antinatural y grave?

Claro que si en la Basílica de San Pedro empiezan a bendecirse parejas gays, pues a lo mejor, miren por dónde, la confusión se mantiene.