El fiscal activista Miguel Ángel Aguilar refrendaba la información de RTVE en la que se anunciaba un endurecimiento de los delitos de odio: la idea consiste en que los condenados por este tipo de delitos no puedan acceder a las redes sociales.

Hablamos de unos delitos pensados para castigar las discrepancias con penas de cárcel y para eliminar la libertad de expresión en todo aquello que suponga crítica al poder o planteamientos políticamente incorrectos, especialmente contra cualquier posición cristiana y, en definitiva para imponer el pensamiento único. 

Precisamente, en esas redes sociales que nuestra querida Fiscalía pretende censurar, he leído la siguiente descripción, que no tiene desperdicio, titulada Pasos hacia el totalitarismo: 

1. Crear la figura del “delito de odio”.

2. Definir qué es odio (y qué nunca lo será) en función de la ideología del poder.

3. Crear la fiscalía correspondiente.

4. Empezar por prohibiciones a la libertad. de expresión (Ud. está aquí).

5. Encarcelar (UK).

Dí que sí: muerto el perro se acabó la rabia; encarcelado el discrepante se terminó la discrepancia.

El salvaje asesinato de Mocejón da para mucho. 

Y ahora viene lo mejor: el PP apoya la moción, no vaya a ser que le tilden de carca. No lo duden es el Feijóo modelo tonto macizo, el que vuelve a repetir el apoyo del partido a la ley contra la violencia de género de 2004. Todo porque no le llamen carca.