Foro de La Toja. Pedro Sánchez, en un larguísimo discurso -cada día se parece más a Fidel Castro-, hablando a gran velocidad, entremezcló mentiras y esa autoalabanza apestosa que le caracteriza
Foro la Toja. Mientras los expresidentes González, Rajoy o Aznar hablaron de entendimiento, Pedro Sánchez, en un larguísimo discurso -cada día se parece más a Fidel Castro-, hablando a gran velocidad, entremezcló mentiras y esa autoalabanza apestosa que le caracteriza y que ha creado escuela en el Gabinete.
Las sociedades están hablando. Y lo hacen en una dirección muy clara. La gente elige opciones que apuestan por una recuperación rápida y justa, lo vemos en Alemania o EEUU. La ciudadanía quiere un Estado fuerte, con recursos, que dé respuestas a sus demandas. #ForoLaToja2021 pic.twitter.com/DPCGYEBTp3
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) October 1, 2021
Mentiras: se congratula, emocionado, con el aniversario del voto femenino, pero olvida que fueron los socialistas, y el conjunto de las izquierdas, quienes se empeñaron en que la mujer no votara, allá por la II República. Se apropia de Clara Campoamor, la mujer que huyó de España por las matanzas que perpetraban los ancestros de Sánchez. Nos dice que su estilo de salida de la crisis económica postpandemia ha conseguido recuperar todos los puestos de trabajo… un día después de que las cifras comparadas nos otorguen la medalla de oro del desempleo en toda Europa.
Dramatiza con la caída del PIB -“dos digitos”- con la pandemia y, al igual que su monaguilla, Nadia Calviño, dos días antes, se le olvida que España fue el país donde más se derrumbó el PIB y aquel que ha sufrido mayor crisis, con Sánchez como presidente, en la semisuma de subidas y bajadas. No sólo es, olvida el segundo trimestre del año ha resultado un varapalo tremendo para la economía española pero da lo mismo: Sánchez y Calviño aseguran que la recuperación es un hecho e incluso que somos el ejemplo a seguir, el motor de recuperación para Europa y el mundo (Nadia Calviño dixit).
Es igual, valen todos los embustes porque todos cuelan y, por tanto, también sirve toda la apestosa autoalabanza de quien blasona de cómo está destruyendo España.