Probablemente, San Francisco de Asís sea el santo más popular del último milenio y, probablemente, sea también el peor comprendido
Probablemente, San Francisco de Asís sea el santo más popular del último milenio y, probablemente, sea también el peor comprendido. Le malentienden, además, en múltiples formatos, según los múltiples prejuicios de una sociedad como la actual, que se empeña en no aceptar la realidad, de forma harto interesada. Los progres porque confunden la santa pobreza con la puta miseria, los ecologistas porque siempre han confundido la belleza de la naturaleza con la sequedad de su panteísmo, los animalistas porque lían la piedad con la cursilería, los pacifistas porque su cobardía les impide ser pacíficos. Para todos ellos, Francisco de Asís es el único santo de la Iglesia que admiten en su imaginario, pero si 'Il Poverello' (El Pobrecito) se les apareciera en su realidad echarían a correr muertos de metafísico espanto o simplemente le despreciarían con el mismo entusiasmo con el que legislan sobre los vulnerables mientras huyen del mal olor de los pobres.
El que quiera conocer a Francisco de Asís esquive a sus intermediarios y lea sus 'Admoniciones': a lo mejor se lleva un punto de sorpresa y dos de asombro.
Personalmente, creo que la proposición que mejor identifica la espiritualidad y el carácter del santo italiano es su consejo de "Deja a Dios ser Dios". Es la mejor definición de humildad que conozco, en un hombre que descubrió a Dios ya en su vida casi adulta y que, además, descubrió cómo era Dios.
Considero ese consejo como la mejor definición de la verdadera humildad así como el inicio de la corriente mística de la infancia espiritual, clave del segundo milenio de la historia y espero que matriz del tercero, así como la llave del proceso ascético de todo cristiano que no es otro que el abandono en manos de Dios, proceso de siglo que la polaca Faustina Kowalska completaría, hace ahora un siglo, con su "Jesús, en Vos confío".
Eso, que dejemos a Dios ser Dios. Incluso muchos católicos 'practicantes' olvidan este consejo del Pobrecito de Asís. Por ejemplo, yo, cada vez que escribo sobre Pedro Sánchez.