El Consejo de Ministros aprobó ayer martes el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) en un 5%, hasta los 1.134 euros brutos mensuales en 14 pagas, su aplicación será con efectos retroactivos desde el 1 de enero del 2024. El Gobierno lo aprueba sin el acuerdo con la patronal.

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El Ejecutivo y la maquinaria de Moncloa utilizan la misma rueda de prensa para anunciar que los perceptores del SMI no sufrirán retención del IRPF al elevarse el mínimo exento para equipararlo con la nueva cantidad anual del SMI, es decir, a 15.876 euros brutos, Esto significa que, quien se atreva a cobrar un euro más, estará condenado a pagar IRPF. 

La vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se muestra pletórica: "Hay que hacer un esfuerzo colectivo para seguir aumentando los salarios, no sólo el SMI". Totalmente de acuerdo señora ministra, los salarios tienen que subir, sobre todo los más bajos, pero no así las cuotas. 

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Para entendernos, la subida, pese al triunfalismo, se traduce en 54 euros, pero la base de cotización, del 6,05% de la que el 5% corre a cargo del empleador y un 1,05% al empleado, sigue creciendo en consonacia, por lo que el coste de contratar a un trabajador con el salario mínimo se dispara más de 100 euros al mes. Dicho en otras palabras, se incrementará el sueldo, pero también las cuotas que hay que abonar a la Seguridad Social y los impuestos al trabajo, es decir, lo que se embolsa el Gobierno. 

¿No sería mejor que el trabajador de salario bajo, y por tanto el empresario que paga Seguridad Social, estuviera exento de cuotas? Las cuotas son el impuesto que más paro y más economía sumergida crea, y los datos hablan por sí solos. Insistimos, la subida está muy bien, pero consiste en que el empleado vea incrementado su salario, no que Yolanda Díaz y el Gobierno recauden más. Hay que aumentar el mínimo exento de IRPF, eliminar las cuotas y sustituirlas por IVA, hay que incentibar el empleo, no ponerle trabas y más cuando somos el país con mayor paro de toda la Unión Europea y la OCDE.

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