Es como para hacerse cruces. El presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), el periodista Miguel Ángel Noceda, ha aplaudido -aunque permanecerá vigilante, que conste- el plan de gobierno contra la prensa independiente de Internet, es decir con la prensa crítica con su persona. Recuerden que toda esta persecución comenzó tras sus cinco jornadas de ejercicios espirituales por el fango que sobre su esposa, Begoña Gómez, vertían desde la prensa. 

Cuesta creerlo, pero Noceda apoya que sea el Gobierno el que decida qué es un medio y qué es un pseudomedio, quién es periodista y puede informar y quién es un seudoperiodista que debe ser silenciado. 

Y esto lo dice la mismísima autoridad que aúna a las asociaciones de la prensa de España. Esto es, la función de la prensa es controlar al Gobierno y su máximo representante apoya que sea el Gobierno el que decida quién debe controlarle y quién no puede hacerlo.

En cualquier caso, conviene recordar que esta no es una lucha del Gobierno contra la prensa, sino contra el periodismo libre que hoy se refugia en la red y hasta en el periodismo ciudadano.

Veamos: actualmente la información pasa por tres caminos: el oligopolio de medios tradicionales (PRISA, Unedisa, Vocento, Prensa Ibérica, etc), los nuevos medios de Internet (el que usted está leyendo, El Confidencial, El Confidencial Digital, Vozpópuli, OK Diario, The Objective, etc) y finalmente las redes sociales, el periodismo ciudadano.  

Punto número uno: la prensa independiente de Internet no tiene uno, sino dos enemigos: Sánchez y el oligopolio de grandes medios informativos, para los que Internet supone el principal competidor, tanto en lectores como en ingresos.

Sánchez no tiene nada contra el lobby de los Señores de la Prensa. Con esos convive mal que bien. En cualquier caso, es fácil controlar a una decena de grandes medios. 

Por contra, con las varias decenas de diarios digitales ya lo tiene más difícil. 

Y si vamos al tercer escalón ya ni les cuento: el periodismo ciudadano, conocido como redes sociales, se ha convertido en el mayor enemigo del poder político, en el eslabón más libre, el que puede lograr que un gobierno pierda, primero reputación, luego las elecciones.

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