Los musulmanes celebran el Ramadán, y ni tan siquiera rezando, sino comiendo en la catedral cristiana -anglicana- de Manchester.

Pero los culpables de esto no son los musulmanes, si les invitan a ello… No, los culpables somos los propios cristianos. El chiste habitual en el Reino Unido es que la Confesión anglicana, que nació cuando Enrique VIII quería beneficiarse a Ana Bolena, tiene dos tipos de clérigos claramente marcados: los que creen en Dios y los que no creen en Dios. Y recuerden: ambos necesitan decir que creen para poder cobrar el estipendio. Todavía es condición necesario para la clerecía anglicana.

Así es como se acaba en la actual Inglaterra poscristiana. Se empieza con el eclecticismo y se acaba profanando tus propios templos. De hecho, no necesitas ningún profanador: ya lo profanas tú mismo.