El dirigente de Hamas, Yahya Sinwar, ha sido abatido por soldados israelíes junto a tres de sus colaboradores. Se le considera el cerebro de la masacre perpetrada el 7 de octubre de 2023, donde milicianos de Hamas entraron en el sur de Israel, junto a la franja de Gaza y asesinaron a 1.200 colonos israelíes, en una orgía de sangre en la que mataron, torturaron a hombres, violaron y torturaron a mujeres y degollaron hasta a los bebés que encontraron a su paso, además de llevarse a cerca de 300 judíos como prisioneros a Gaza.

Ahí empezó la guerra, guerra abierta por parte de Israel, guerra terrorista por parte de Hamas. Era el mismo hombre que justificaba la muerte de civiles palestinos, de sus civiles, como "sacrificios necesarios". 

Relacionado

Esta es la cuestión: cómo luchar contra alguien como los líderes de Hamas que se esconden tras sus mujeres y niños o tras las fuerzas de paz de la ONU. Cómo llegar a nuestro objetivo real si utiliza a sus niños como escudos humanos. Cómo alcanzarle a él, que, además, es peligroso, sin dañar a los vulnerables tras los que se oculta. 

Relacionado

El problema es el de siempre: para los árabes, la guerra es una cuestión de familia. Así, siempre podrán echar a Occidente sobre Israel -que ahora es el defensor de Occidente- porque mata mujeres y niños. Que alguien enseñe a Israel cómo defenderse sin matar inocentes... si se defiende de unos terroristas que se esconden detrás de sus propios hijos, en escuelas, en hospitales y en las oficinas de paz de Naciones Unidas.

Relacionado