El jesuita, campeón de la causa homosexualista en la Iglesia, ilustrísimo y reverendísimo padre James Martin, ha aprovechado la semana del Orgullo para montar su numerito. Ha utilizado una imagen de la Virgen María y la ha revestido con la bandera gay, a lo que ha añadido la banderola Trans.  

Como escenario de su 'performance’ ha elegido una capilla porque él no quería molestar: tan sólo blasfemar.   

Ahora es el turno, creo yo, del Papa Francisco, que siempre ha jaleado al clerizonte gringo. A usted, Santidad le corresponde ahora reconvenir, con mucha caridad, naturalmente, a este pinchauvas, abrazafarolas y tontolaminga de James. 

Eso sí: Santidad, sin violencia. Resultaría poco evangélico.