Imane Khelif la victoriosa boxeadora, triunfadora de los Juegos Olímpicos de París 2024, sobre la que existen fundadas sospechaba sobre si es hombre o mujer, la misma que provocó el cabreo de la italiana Giorgia Meloni o de la autora de Harry Potter, JK Rowling, ha regresado a Argelia como un héroe, o heroína. Como ella misma dice: tanto el gobierno como el pueblo argelino están con el deporte.

Lo del deporte trans vuelve a reflejar una de los estupideces del feminismo, esa que tanto ha perjudicado a las mujeres pero a los que incluso más de un sensato, o sensata, se empeña en negar una de las verdades primeras de la existencia humana: somos como nos nacieron, hombre o mujer... y ni tan siquiera nos pidieron permiso para nacer. 

Feminismo es lo contrario del machismo y mucho más homicida que él, dado que la gran matanza de la era moderna se llama aborto y el aborto es el gran emblema feminista.

Pues con lo trans ocurre lo mismo: el feminismo se ha convertido en la anti-feminidad. Si no, que se lo pregunten a las víctimas de Khelif quienes, no sólo se han visto privadas del premio a años de entrenamientos, sino que, encima, se han vuelto a casa con algún hueso partido. 

Y no crean que Imane ha sufrido mucho por ello. Se la ve muy contenta de haber enviado a la enfermería a más una mujer.

Estamos jugando con lo andrógino y eso es muy peligroso. 

De cualquier forma, llamativo lo del Gobierno argelino, una mezcla ilustración francesa -antigua colonia- y de fanatismo islámico. ¿O es que ya hemos olvidado que el Gobierno argelino se debe a un golpe de Estado contra los fanatismos islámicos vencedores en las urnas? Mezcla explosiva, a fe mía.