La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha viajado a Londres y nosotros sin enterarnos. Pero menos mal que siempre hay un alguien atento a lo que está pasando y nos ha hecho el favor de contarlo; eso sí, de contarlo a su manera. Verbigracia: “La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha puesto en valor este lunes el liberalismo a la española que su Gobierno defiende como una forma de ver la vida ‘libre, alegre y valiente’. Lo ha hecho en Londres, donde se encuentra de visita oficial y donde se ha convertido en la primera política española que pronuncia un discurso en el Centro de Estudios Políticos, fundado en 1974 por Sir Keith Joseph, Alfred Sherman y Margaret Thatcher (1925-2013), con objeto de defender el liberalismo en Gran Bretaña”.

Lo de defender el liberalismo en Gran Bretaña se dice popularmente en España “venderle miel al colmenero”, pero es que hay mucho más que la venta del producto de las abejas, porque en la información de cierto colega se comenta que Isabel Díaz Ayuso aprovechó para denunciar que los socialistas y los comunistas ‘lo han llenado todo de su manipulación del lenguaje y de la realidad’, y que “estamos hartos de las políticas woke que no son más que otro disfraz del comunismo, porque al liberalismo le es esencial encontrar la razón y buscar la verdad. Convencer y no manipular”. 

Resulta que hay guarderías en Madrid, que, como centros de educación dependen de Isabel Díaz Ayuso, en las que a los padres y a los niños que allí acuden se les prohíbe pronunciar estas cuatro palabras: papá, mamá, niño y niña. Y a cambio deben emplear estas dos: progenitores y criaturas

Pues resulta que hay guarderías en Madrid, que, como centros de educación dependen de Isabel Díaz Ayuso, en las que a los padres y a los niños que allí acuden se les prohíbe pronunciar estas cuatro palabras: papá, mamá, niño y niña. Y a cambio deben emplear estas dos: progenitores y criaturas. En correspondencia, los responsables de esos centros emiten notas como la siguiente: “Su criatura tiene una descomposición tan grande, que rogamos a cualquiera de los dos progenitores que vengan a recogerla para llevarla al pediatra”. Así es que estaremos atentos para comprobar si la investigación de dicha periodista nos descubre en qué capítulo del programa del liberalismo de Isabel Díaz Ayuso, el programa de ‘encontrar la razón y buscar la verdad, de convencer y no manipular’, encaja lo de “progenitores y criaturas”.

Pero donde toda esta información ha estado sublime es en el título, que es el siguiente: “Ayuso difunde su liberalismo en el templo de Thatcher: Una forma de ver la vida libre, alegre y valiente”. Y a lo mejor quien ha sido el autor de semejante ocurrencia se cree con derecho a un aumento de sueldo por plus de originalidad. Pero les aseguro que el que lo intenta va dado, porque me consta que el presidente de ese mismo periódico es buen conocedor de la historia de nuestro siglo XIX y, por lo tanto sabe que eso de juntar al liberalismo con el templo es más viejo que el hilo negro. Esto es lo que decía el decreto de cómo se debía jurar la Constitución de Cádiz de 1812 en toda la Monarquía:

“En el primer día festivo inmediato se reunirán los vecinos en su respectiva parroquia, asistiendo el Juez y el Ayuntamiento, si no hubiera en el pueblo más que uno. Y distribuyéndose el jefe superior, alcaldes o jueces, y los regidores donde hubiese más, se celebrará una misa solemne en acción de gracias. Se leerá la Constitución antes del ofertorio; se hará por el cura párroco, o por el que este designe, una breve exhortación correspondiente al objeto; después de concluida la misa se prestará juramento por todos los vecinos y el clero de guardar la Constitución bajo la fórmula siguiente: ‘juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar la constitución política de la monarquía española, sancionada por las Cortes Generales y Extraordinarias de la nación, y ser fieles al rey’; a lo que responderán todos los concursantes ‘si juro’; y se cantará el Te Deum”.

En la primavera de 1809 la conspiración del oficial mayor de Junta Central, Manuel José Quintana, provocó el movimiento que acabó en la convocatoria de unas Cortes, que aprobaron la Constitución de Cádiz de 1812. Y partir de entonces este hombre se convirtió en las principales figuras del liberalismo español

En la primavera de 1809 la conspiración del oficial mayor de Junta Central, Manuel José Quintana, provocó el movimiento que acabó en la convocatoria de unas Cortes, que aprobaron la Constitución de Cádiz de 1812. Y partir de entonces este hombre se convirtió en las principales figuras del liberalismo español. Manuel José Quintana hizo de todo y fue muchas cosas en distintos ámbitos. Manuel José Quintana jugó un papel determinante en los orígenes de la revolución liberal en España, primero a través su periódico El Semanario Patriótico y luego con su participación en la Junta Central, como hemos dicho.

Coronación

El 25 de marzo de 1855 la reina Isabel II coronó a Manuel José Quintana en el hemiciclo del Senado, como poeta ilustre. Cuadro de Luis López Piquer (1802-1865). Museo Nacional del Prado

 

Dicho personaje está considerado como el gran poeta de su época, pero sus versos están preñados de ideología liberal, por lo que Alcalá Galiano (1879-1865) le calificó como “el patriarca de la iglesia político-religiosa”. Ya hace años que René Remond (1918-2007) advirtió que el liberalismo no se puede reducir a un sistema de elección. Decía el gran historiador francés que el liberalismo es una filosofía, es decir, una manera de concebir al hombre. Pero en cuanto se ponen un pelín sectarios, los liberales pasan de entender el liberalismo como una filosofía, a imponerlo como una religión.

¿Que exagero? Ni mucho menos, ya hemos visto como Alcalá Galiano se refiere a Quintana como “el patriarca de la iglesia político-religioso”. Por su parte, los escritos de Quintana son el Gloria in excelsis de la ideología liberal con órgano y en gregoriano. Así escribía Quintana cuando su tensión liberal estaba por los suelos: “La Patria, españoles, no debe ser ya un nombre vano y vago para vosotros: debe significar en vuestros oídos y en vuestro corazón el santuario de las leyes y las costumbres” ¡Y pensar que a la pobre niña reina, Isabel II (1833-1868), se lo adjudicaron como instructor cuando tenía 10 años!

 

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá