Urge que Carmen Calvo cambie el nombre de la calle Martínez de la Riva, en Vallecas: era un escritor faccioso, colaborador del ABC. Que le pongan el nombre de su asesino, que sería un progresista
La actuación de Marlaska en el mitin de Vox de Vallecas ha sido poco eficaz. Aunque la culpa no es del ministro del Interior sino de Pedro Sánchez por meter en su Gobierno a un independiente, que por no ser del PSOE desconoce el eficaz comportamiento para acabar con la oposición, como hicieron Indalecio Prieto y Largo Caballero, figura, esta segunda, con la que dice Carmen Calvo que se tienen que identificar los socialistas actuales.
Para mí que Marlaska es un desviacionista, pequeño burgués. Aunque también es cierto que siempre hubo en el PSOE militantes tibios o torpes que no supieron valorar la acción de la escolta de Indalecio Prieto y hasta se atrevieron a condenar el progresista asesinato de Calvo Sotelo. Así lo hizo una de las altas dirigentes del socialismo de entonces, Regina García, que le dijo a la cara de Largo Caballero lo siguiente:
—“Blasonamos de humanitarios, “el hombre del hombre es hermano”, decimos en la Internacional y usamos el asesinato y la masacre como arma política […] Calvo Sotelo cae asesinado por las balas de unos asesinos incógnitos y es llevado al cementerio, misteriosamente, en una camioneta de Asalto. ¿En qué país vivimos, que el crimen cobra estado normal? Mi conciencia no puede transigir con estas atrocidades”.
Largo Caballero ante el asesinato de Calvo Sotelo: "Nos han quitado de encima a un enemigo peligroso... hay que estar agradecidos a los de Asalto"
Ante semejante reproche, Largo Caballero se apresuró a apartar los escrúpulos burgueses que desviaban la conciencia de Regina García del valioso objetivo socialista, y le dijo lo siguiente:
—“Nos han quitado de en medio un enemigo peligroso, y no es cosa de querellarnos contra quien nos hace tal servicio. Hay que estar agradecidos a los de Asalto […] No sea usted romántica, los tiempos son duros, Gorki ha sido superado por Lenin”.
En efecto, a diferencia de los militantes desviacionistas y burgueses, Largo Caballero era un socialista de una pieza y conocía la fórmula infalible que Lenin propuso para llegar al poder cuanto antes: “La revolución avanza muy despacio, porque fusilamos muy poco”. Así es como con todo merecimiento los suyos le acabaron llamado el Lenin español.
Me parece que Carmen Calvo ya está tardando en adornar los cinco ojos de la Puerta de Alcalá con otras tantas fotografías, como lo hicieron sus antepasados políticos durante la Guerra Civil. Le propongo que coloque en el centro la cara bonita de Pedro Sánchez, flanqueada por las de Lenin y la de Largo Caballero que aunque no tan bonitas tienen su historia; y en los extremos la suya y la de Pablo Iglesias, no se vaya a romper la coalición de este Gobierno de progreso y nos invada el fascismo de la ultraderecha.
No, no se hacen bien las cosas, porque para actuar con acierto hay que guiarse por aquella máxima sabia, que dice: “lo primero y principal, conocer al personal”. Y es comprensible que no tengan ni idea estos advenedizos que han llegado a Vallecas hace un par de tardes y se largan a la primera que les sale una oportunidad para comprarse un chalet en Galapagar.
Pero como este domingo tengo el día solidario, voy a echarle una mano a Carmen Calvo para que cumpla bien su cometido como ministra de la Memoria Democrática. Como me conozco muy bien el barrio de Vallecas, por toda mi infancia y mi juventud allí vividas, le voy a dar una información que le será de mucho provecho para darle lustre al socialismo.
Permítanme que les cuente que yo tuve que dar muchas patadas para ir de mi casa, en la Avenida de San Diego, hasta el metro del Puente de Vallecas, me tenía que hacer la línea 1 entera para coger el autobués en la Plaza Castilla que me lleva hasta la Universidad Autónoma, en Canto Blanco. Había una tirada de unos dos kilómetros hasta que cogía el metro. Claro que había autobuses desde mi casa hasta el metro, pero ni me llegaba para el billete, ni se me ocurría colarme, por haber recibido la formación moral represiva del franquismo, que era de un estrecho radical con lo de coger lo que no era tuyo, ya fuera la mujer del vecino o el dinero del prójimo. Así es que me tocaba ir a pie, bien por la calle de Monte Igueldo o por la calle de Martínez de la Riva.
A medio camino, la calle de Monte Igueldo tenía una atracción impresionante, como era el olor de las exquisiteces que ponían en la plancha de un bar que se llamaba El Burbur. Pero ya se supondrá, que si no había para el billete del autobús, tampoco era plan entrar en el bar solo para darle las buenas tardes al camarero del Burbur.
Si a cada trabajador del diario ABC asesinado por los milicianos les dieran una calle, necesitaríamos varios barrios
Por este motivo, en algunas ocasiones me iba al metro por la calle de Martínez de la Riva, para huir de las tentaciones del Burbur, que siempre tuve como gesto inteligente huir de los pecados de desear lo imposible, a diferencia de lo que hacían los mecánicos de muchos talleres de Vallecas, que exhibían unos calendarios en los que la tentación se estrellaba contra la pared de la que estaban colgados y no pasaban de ahí.
Pero a lo que estamos Remigia, que se nos pasa el arroz. Decía que iba caminando por la calle de Martínez de la Riva para llegar al metro, y por eso me di cuenta de que andaban muy perdidos los vándalos esos a los que Marlaska puso tan pocos inconvenientes, en su afán de reventar el mitin de Vox.
No, los que van de visita a Vallecas para disfrazarse de rojos no tienen ni puñetera idea de lo que es el barrio y mucho menos conocen su historia. Por eso, podrían confundirse y pensar que la calle Martínez de la Riva, llamada así en honor de la mujer de un alcalde de Vallecas, estaba dedicada al colaborador del ABC, Ramón Martínez de la Riva, que hizo una biografía de Blasco Ibáñez y que era autor de otra publicación titulada El libro de la vida nacional. Conversaciones con grandes españoles, el mismo que fuera colaborador del periódico ABC.
Y ahora le voy a proporcionar otro dato a Carmen Calvo, ya que estoy seguro que no lo sabe, porque de saberlo ya le habría cambiado el nombre a esa calle de Vallecas. Ramón Martínez de la Riva fue asesinado el 26 de septiembre de 1936, por ser considerado un facha del bando franquista, freno del progreso de la izquierda y de la lucha en favor de la clase obrera.
Pero estoy convencido de que, después de publicar este artículo, a la ministra de la Memoria Democrática, Carmen Calvo, le va a faltar tiempo para limpiar de fascismo las calles de Vallecas. De modo que, para evitar confusiones sobre si la calle está dedicada a la mujer del Alcalde o al colaborador del ABC, lo verdaderamente progresista es que se la dedique al asesino de Ramon Martínez de la Riva.
Y ya puestos a ganarse la subvención, los ayudantes de Carmen Calvo que busquen también los nombres de los aguerridos combatientes que, solo en el ABC, asesinaron a Alfonso R. Santamaría (Subdirector de ABC), a José Fernández Cancela (Secretario del Consejo de Administración), a Alfredo Miralles (Secretario del director), a Alfredo González (Jefe del taller de Encuadernación) y a Julio Duque (redactor Jefe).
Además los subvencionados de la Memoria Democrática pueden seguir buscando los nombres de los asesinos de los siguientes redactores del ABC: Andrés Travesí, José Asenjo, Miguel Ruiz y Julián Blanco. Y a todos los anteriores, que descubran también los nombres de los verdugos de todos estos colaboradores del ABC, que fueron asesinados durante la Guerra Civil: Ramiro de Maeztu, Manuel Bueno, Álvaro Alcalá Galiano, Honorio Maura, Víctor Pradera, Rufino Blanco, José Polo Benito y Federico Santander.
Y para que Carmen Calvo no se quede sin material para cambiar los nombres de todas las calles que se le antoje, que les mande buscar a sus protegidos el nombre de los que eliminaron a los trabajadores de los talleres del ABC porque, como es sabido, entre las rotativas del periódico ABC no había currantes manchados de grasa y tinta, sino una panda de esquiroles que se negaron a seguir las consignas socialistas del golpe de Estado de Largo Caballero de 1934, por lo que para escarmiento de los traidores de la clase obrera no hubo más remedio que eliminar a estos 43 trabajadores de los talleres del ABC: Alfredo González del Río, Félix-Mari García, Braulio Linares García, Salvador Fernández Serrano, Pablo Linares García, Hipólito Montoya Alonso, Constantino López Cabrera, Miguel Fermín Imaz, Rafael González Nogueras, José Párraga Hernández, Luis López González, Germán Rodríguez Malasaña, Luis Capí Tallafé, Manuel Rodríguez Sarabia, Juan Martínez Gómez, Amadeo Álvarez Urquíriz, Pedro Rubio Pérez, Aurelio Lasala García, Emilio Mao Carballeda, Eliseo García Basteiro, Enrique García Robles, Mariano Romero Fraguas, Rafael Mondría Merín, Marcelino Soriano Paúl, Amador Arroyaga, Mariano Aguado Hernández, Patricio Oliva Lozano, Antonio Campos García, Pedro Cortecero Vázquez, Juan Iglesias del Val, Luis Coello García, Juan Bonafonte, Manuel Oliva Lozano, Francisco Gallego Sáez, José Sabido Cabezas, Diego Gutiérrez Fernández, Higinio Martín Herrera, Antonio Solá Ruiz, Luis Carbajo Méndez, Cándido Conejero Hernández, José Arias Lorenzo, José García García y Gonzalo Blanco Caro.
Ya siento en este domingo haberme limitado a uno solo de los periódicos de la ciudad de Madrid. Pero el caso es que como siga en las próximas semanas dando listas de todos los periodistas asesinados por los valientes combatientes del Frente Popular le voy a crear un serio problema a Carmen Calvo, no porque escasee el número de asesinos de periodistas entre las filas de los socialistas, los comunistas y los anarquistas de aquellos años, sino porque la ministra de la Memoria Democrática no va a tener calles suficientes para honrar tantos luchadores antifascistas.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá