Detalle de un mapa parcial de Sudamérica de 1785 y un grabado de Juan Bautista Picornell y Gomila
Vuelve a cumplirse esta máxima: el que no sabe su historia está condenado a repetirla. Y, aunque ellos no lo sepan, eso es lo que les está pasando a personajes como al ideólogo de Podemos, Juan Carlos Monedero, o al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
La historia de los que para medrar, haciendo daño a España, merodean por Venezuela es centenaria. Es tan vieja…, que se remonta al siglo XVIII, cuando aquellos territorios eran una parte de Las Españas. Sucedió que cuando todavía no se había independizado Venezuela, allí fue a parar Juan Bautista Picornell y Gomila (1759-1825), deportado por poner en marcha una revolución, que fue descubierta y desmantelada el 3 de febrero de 1795, por lo que es conocida en los libros de Historia como la “Conspiración de San Blas”. Y la oportunidad no puede ser mejor para contarla, primero por la fecha, pues este artículo se publica justamente el día de la fiesta de San Blas; y segundo, porque a diferencia de lo que se dice en las películas, en este caso todo el parecido con la actualidad, es algo más que una mera coincidencia.
Cuando hace años introduje la explicación de esta revolución con el consabido “por San Blas la cigüeña verás”, mis alumnos de la Universidad de Alcalá me miraron con extrañeza, porque en la ciudad cervantina, la cigüeña se ve todos los días del año y a todas horas. Las de Alcalá no emigran, no se van nunca y hay muchísimas. Será por cigüeñas en Alcalá de Henares… Las tenemos hasta en el escudo de la Universidad. Y hay algunos ejemplares que para mí ya son como de la familia; en una terraza que da paso a dos edificios de mi Facultad se posa desde hace años una pareja con tanto descaro, que conozco perfectamente a la parejita y a toda su descendencia.
Pero a lo que estamos Remigia, que se nos pasa el arroz. Con la conspiración de San Blas ocurre lo mismo que con lo del Motín de Esquilache, porque ni San Blas conspiró contra nadie, como tampoco Esquilache en lo de su motín fue sujeto agente, sino más bien todo lo contrario.
Y todo por culpa de que, el día de la fiesta de San Blas, la policía de Godoy desbarató los planes revolucionarios del tal Picornell. ¡Pobre San Blas! Un santo pacífico y paciente donde los haya, del que cuentan que no solo se acercaban a él las personas aquejadas de males en la garganta, sino que también los animales enfermos acudían a la cueva, donde San Blas hacía vida eremítica en el monte Argeo, situado en la actual Turquía. Consagrado obispo del Argeo, fue torturado y martirizado por el emperador Licinio en los primeros años del siglo IV.
Pues, bien, así como Monedero empezó a estar en bocas por el cobro millonario del famoso informe de una moneda que nunca existió, Picornell saltó a la fama tras presentar en la Universidad de Salamanca otro informe sobre un nuevo concepto de la Pedagogía, que deslumbró al catedrático y poeta Juan Meléndez Valdés (1754-11817), un intelectual que se afrancesó y se puso al servicio de José I, el rey intruso, que es lo que en aquellos años le hacía a uno moderno en los claustros académicos.
Los enemigos de la libertad de enseñanza, que niegan este derecho a los padres, tienen sus precedentes en personajes como Picornell
Picornell se trasladó a Madrid, donde publicó una serie de obritas de Pedagogía de contenido ilustrado, tan “progres” —como diríamos hoy— que negaban que la educación fuera competencia de los padres, porque según Picornell había que imponer esa “pedagogía cívica”, que impulsaba la Revolución Francesa. Y hasta le envió un manuscrito suyo al mismísimo Floridablanca titulado Catecismo político para introducción de la infancia española, en el que afirmaba que “la educación es el resorte más poderoso que tiene la política para formar buenos patriotas”.
Conscientes o no, los enemigos de la libertad de enseñanza, que niegan este derecho a los padres, tienen sus precedentes en personajes como Picornell que llegó a escribir párrafos como este: “los hijos pertenecen más a la República que a sus padres, y que así no se ha de dejar a su antojo la educación, sino que la República debe encargarse de este cuidado”.
No le fue nada bien a Picornell con lo de la Pedagogía, pues de Floridablanca no obtuvo ni oficio ni beneficio, que es lo que pretendía al enviarle su manuscrito. Pero en su deambular por la Corte conectó con toda una serie de personajes, dedicados a la instrucción de los hijos de las nobles y los burgueses pudientes de Madrid. Y como siempre la docencia ha sido campo abonado para la revolución, pues… ¡Qué más quieres Picornell!
En este tiempo también, Picornell conectó con un sector de la masonería de lo más radical, como era la rama de José Balsamo, conde de Cagliostro. Picornell alcanzó el grado de maestro en la Logia España, que, junto con la Logia Libertad, constituían los talleres más revolucionarios de la capital de España. Y fue en estas logias donde se preparó la Conspiración de San Blas.
Picornell se inspiraba en los revolucionarios franceses, que ya por entonces además de proclamar la República, habían asesinado en la guillotina a Luis XVI, a María Antonieta y a más franceses de la cuenta, pues las víctimas de la Revolución Francesa se elevan a muchos miles…, a tantos que es imposible contarlos con exactitud.
Uno de los biógrafos de Picornell sostiene que los elementos que financiaron su revolución eran destacados masones, incrustados en las altas esferas del poder
Pues bien, la Revolución de San Blas pretendía destruir España para fundar la República Iberiana, aunque la documentación no aclara del todo si la forma de Estado iba a ser unitaria o federal. Pretendía Picornell proclamar una Constitución y un Parlamento elegido, aunque no se dice cómo se iba a proceder en la elección. E inspirado en la revolución del país vecino, aunque sin copiarlo al pie de la letra, Picornell presentaba su programa revolucionario bajo este triple lema: “Libertad, Igualdad y Abundancia…” ¡Sí Remigia, que los revolucionarios, siempre van a lo esencial! Como si los conspiradores esperasen que de la abundancia surgiría con el tiempo la fraternidad. Y, naturalmente, todas las decisiones del futuro régimen iban a estar contraladas por una Junta Suprema, a imitación de lo que era el Comité de Salvación Pública del período del Terror de la Revolución Francesa.
Para desgracia de Picornell su conspiración estuvo tan generosamente financiada, que el mucho dinero del que hizo gala acabó por delatarle. El docente convertido a la política consiguió hacerse con una nutrida clientela convencida a golpe de doblones, y reclutada entre las gentes más humildes de Madrid. Y fueron estas tan abundantes y clamorosas compras de voluntades las que pusieron en guardia a la policía, que desbarató todo el proyecto revolucionario el día de la fiesta de San Blas.
Uno de los biógrafos de Picornell sostiene que los elementos que financiaron su revolución eran destacados masones, incrustados en las altas esferas del poder y directamente conectados con los negocios de América, como era el caso de Vicente Rivas, director de la Real Compañía de Caracas.
Y ya fuera por la torpeza de las autoridades españolas o por la pertenencia de estos jueces a la masonería, a Picornell le deportaron a Venezuela, de donde procedía la financiación de la Conspiración de San Blas. Naturalmente, llegar a aquellos territorios y escapárseles fue todo uno. Y allí siguió conspirando junto con los círculos masónicos, que ya habían puesto en marcha el llamado proceso emancipador de España.
¿Y quiero yo decir con todo esto que Monedero y Podemos están repitiendo la misma historia que Picornell en el siglo XVIII? Pues tanto como la mismísima historia, eso yo no me atrevería a afirmarlo, porque si bien lo de Monedero y Picornell se parecen en casi todo por las pruebas que he expuesto, y en todo, sin el casi, por las sospechas fundadas que uno tiene, todavía lo que falta por aparecer es la prueba documental, de que en la actualidad la Masonería está impulsando el maléfico proyecto de Podemos para destruir todo lo que de cristiano hay en España.