En la fosa común de Paracuellos del Jarama fueron enterradas unas 5.000 personas.
Pedro Sánchez, todo ufano, presume en los medios de comunicación de que es ateo, como si eso fuera un mérito de su currículum. En realidad, lo que le ocurre al presidente del Gobierno es que tiene un serio problema de gravísimas consecuencias para todos sus gobernados, para todos nosotros. Y es que, por su soberbia, que es tan grande como su estatura, Pedro Sánchez cree haberle movido de la silla a Dios, para ocupar él su puesto. Y por eso, entre otras cosas, está empeñado en machacarnos con la totalitaria Comisión de la Verdad.
Madame de Maintenon (1635-1719), segunda esposa de Luis XIV (1643-1715), el Rey Sol de Francia, fue también la fundadora de esa gran iniciativa educadora de Saint-Cyr para niñas, cuyas dependencias cambiaron más tarde de función y en la actualidad albergan hoy a la Escuela Militar Especial. Pues bien, la esposa del Rey Sol, en el ocaso de sus días, escribió lo siguiente: “A lo largo de la experiencia que he acumulado -ya he superado las 80 primaveras-, he podido comprobar que la verdad existe únicamente en Dios, y el resto es solo una cuestión de puntos de vista”.
El Frente Popular cavó la fosa común más grande de la Guerra Civil en Madrid (Paracuellos del Jarama), donde fueron asesinadas y enterradas unas 5.000 personas
A la luz de estas palabras de Madame de Maintenon se entiende mejor lo de la Comisión de la verdad de Pedro Sánchez, como pieza fundamental de un proceso revolucionario, al más puro estilo marxista-leninista, que pretende anular los puntos de vista de los historiadores y hasta a los historiadores que se resistan. Pero se equivoca Pedro Sánchez si piensa que todos nos vamos a someter a ‘su’ verdad como borregos. Algunos no lo vamos a hacer, a pesar de que conocemos la fórmula de la velocidad del proceso revolucionario de Lenin, ideólogo en quien Pedro Sánchez se inspira y quien en su día escribió: “La revolución avanza muy despacio, porque fusilamos muy poco”.
Y a sabiendas de que los socialistas tienen una tradición, adquirida durante la Segunda República y la Guerra Civil, de apretar el gatillo con entusiasmo, hoy vamos a seguir narrando, sin miedo, otra de las facetas criminales del Frente Popular, en el que estuvo integrado el partido de Pedro Sánchez. Hoy vamos a ocuparnos de las fosas de los rojos, antes de que la Comisión de la Verdad establezca que sólo las hubo de dos clases: las fosas de los fascistas, que hay que reivindicar, y las otras, que son como las fosas sépticas, que hay que ignorarlas.
El Frente Popular tiene el honor de haber cavado la fosa más grande de la Guerra Civil en Paracuellos del Jarama, donde enterraron a unas 5.000 personas. Pero esa no fue la primera fosa donde ocultaron sus crímenes. La fosa, o mejor dicho, las fosas de Paracuellos las abrieron cuando ya no pudieron enterrar a más asesinados en las dos primeras, porque llenaron de cadáveres los cementerios de Rivas Vacíamadrid y Aravaca.
Comisión de la Verdad: la verdad existe únicamente en Dios. El resto es sólo una cuestión de puntos de vista. Pedro Sánchez no lo sabe porque es ateo
Y fue, precisamente, el 29 de octubre de 1936 cuando fusilaron a uno de los grandes intelectuales de España, miembro de la generación del 98 y perteneciente a dos Reales Academias, la de la Lengua y la de Ciencias Morales y Políticas. Ese día sacaron de la cárcel de Ventas a Ramiro de Maeztu y le asesinaron en Aravaca. Murió dando todo un testimonio de fe y de concordia, que el sectarismo de Pedro Sánchez y sus seguidores serán incapaces de entender. Estas fueron las últimas palabras que Ramiro de Maeztu dirigió a sus verdugos: «Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí que sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!»
A principios del mes de noviembre de 1936 comienzan las ejecuciones en Paracuellos del Jarama. Solo los días 7 y 8 de ese mes asesinaron en ese lugar a 1.300 personas. Juan García Oliver, anarquista y ministro de Justicia, en su conocida autobiografía, titulada El eco de los pasos, cuenta la responsabilidad criminal que, entre otros, tuvo en estos acontecimientos Margarita Nelken. Esta señora fue diputada de la Segunda República en tres elecciones por la lista del PSOE. Bien es cierto que a finales de 1936 se pasó al Partido Comunista, y… ¡cómo tenía que ser la pieza para que pocos años después la expulsaran los comunistas de su organización!
Si de verdad Pedro Sánchez y los actuales militantes del PSOE estuvieran preocupados por los crímenes y las fosas de la Guerra de la Guerra Civil, tendrían que empezar por estudiar la de Paracuellos del Jarama, seguirían con todas las que abrieron en el territorio que controlaron, y ya de paso podrían pedir perdón por los asesinatos cometidos por sus anteriores conmilitones del PSOE.
Hablando de asesinar a intelectuales. Los rojos sacaron de la cárcel de Ventas a Ramiro de Maeztu y lo asesinaron en Aravaca
Por su parte, Pablo Iglesias y Alberto Garzón podrían acompañar a los socialistas en ese tan noble gesto de pedir perdón, en su caso por los crímenes cometidos por los comunistas durante la Guerra Civil.
Trabajo y sorpresas no les van a faltar a los que quieren averiguar la verdad de la fosa de Paracuellos de Jarama, pues allí están enterradas unas 5.000 personas. Y si la Comisión de la verdad de Pedro Sánchez no fuera en realidad la Comisión de la gran impostura, tendría que descubrirnos la acusación que hicieron contra Samuel Ruiz Navarro para condenarle a muerte, porque este niño solo tenía 13 años cuando le asesinaron en Paracuellos de Jarama, donde, además de Samuel, los rojos masacraron a otros 275 menores de edad.
Después del día 8 de noviembre unos camiones, cargados de presos cruzaron el río Jarama, pero les advierten que no pueden rematar a sus víctimas en Paracuellos, ya que todavía no les había dado tiempo a enterrar a los 1.300 de los días anteriores. Nada les detiene. La voracidad asesina del Frente Popular empuja a los camiones hasta Torrejón, donde fusilan a 414 personas, que son enterradas en una fosa del caz del río Henares.
Sus últimas palabras: Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí que sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!
Durante unos días paran los asesinatos. Pero el 15 y el 16 de noviembre, ante el avance de los nacionales, se evacua la cárcel Modelo y los presos se trasladan a San Antón, Ventas y Porlier. Diez días después se vuelven a organizar sacas de las cárceles de San Antón y de Ventas, que durarán hasta el 4 de diciembre, concretamente en estos días, fue cuando se produjo el mayor número de asesinatos de religiosos.
En estas sacas fue asesinado el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, autor de la memorable y tantas veces representada La Venganza de don Mendo. Le fusilaron el 28 de noviembre de 1936. Y a nadie mejor que a él se le pude aplicar lo de genio y figura hasta la sepultura, pues momentos antes de morir se dirigió a sus asesinos con estas palabras: “Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna, e incluso -como estáis ahora a punto de hacer- mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡El miedo que tengo ahora mismo!”.
Entre el 9 de noviembre y el 16 de noviembre no hay expediciones a Paracuellos hacia la muerte y cesan el día 4 de diciembre de 1936. Nada de esto fue debido al cansancio, ni mucho menos al arrepentimiento de Margarita Nelken y de Santiago Carrillo, sino a la actuación de Melchor Rodríguez García, al que el ministro de Justicia antes citado, le nombró delegado oficial de prisiones. Y en prevención de la tergiversación de la historia que va a perpetrar esa divinidad que ahora habita en La Moncloa junto con la flamante profesora del Instituto de Empresa, me adelanto a advertir que Melchor Rodríguez García no fue militante del partido de Pedro Sánchez. Melchor Rodríguez fue un anarquista, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de El Ángel Rojo.
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá