Tuve la primera noticia de la existencia de Sor Patrocinio cuando hacía mi tesis doctoral, y desde entonces han pasado más de cuarenta años sin dejar de seguir su pista en archivos y bibliotecas. A diferencia de quienes entonces, influidos por el marxismo, pensaban que el sujeto de la Historia era un colectivo, concretamente las clases sociales, burguesía y proletariado enfrentadas en permanente lucha, a mí me dio por decir que los protagonistas de la Historia son las personas de carne, hueso y alma. Y en consecuencia mi tesis doctoral consistió en escribir la biografía de Pascual Madoz (1805-1870), uno de los notables del partido progresista y ministro de Hacienda en 1855, durante el reinado de Isabel II (1833-1868).

En las lecturas sobre este reinado apareció Sor Patrocinio. Pero lo que yo leí entonces de esta monja no encajaba con el curso histórico de los acontecimientos, y aquellas mentiras que cubrían su verdadera personalidad se convirtieron en todo un reto, que me ha empujado durante todos estos años a descubrir la verdad, que ha culminado en la publicación de la biografía de Sor Patrocinio.

 

Portada del libro

Portada de la biografía de Sor Patrocinio recientemente publicada por la Editorial San Román.

El esfuerzo ha merecido la pena, porque la realidad es mucho más interesante que la ficción, ya que lo que he descubierto es que Sor Patrocinio es algo más que una protagonista del reinado de Isabel II, que lo fue ciertamente por la amistad que mantuvo con la reina y por las fundaciones que hizo. Sí, Sor Patrocinio es mucho más que un personaje histórico, porque su vida demuestra que fue, ante todo, una mujer de Dios.

Sor Patrocinio e Isabel II. 13 de agosto, aniversario de la aparición de la Virgen a Sor Patrocinio

Sor Patrocinio y la reina Isabel II, retratadas en el convento de San Pascual de Aranjuez en 1860. Ese año, Sor Patrocinio tenía 49 años de edad, y la reina 30

 

En efecto, Sor Patrocinio fue muy de Dios, pero que muy de Dios ya desde muy niña. Sobrecoge lo que escribe su secretaria, Sor María Isabel de Jesús, cuando describe el trato que Sor Patrocinio recibió de su madre durante su niñez. Nada más nacer la abandona en medio del campo de San Clemente (Cuenca), exponiéndola a una muerte segura. Intenta asesinarla pocos años después con una comida envenenada, y gracias a la protección extraordinaria del Cielo se salva de la muerte. La madre maltrata psicológicamente a la niña y también lo hace físicamente.

Sor Patrocinio lo tuvo todo en contra, salvo a Dios, que la protegió de un modo extraordinario

Y Sor María Isabel de Jesús, que hace gala de una caridad exquisita para no herir a nadie con lo que escribe, no puede menos que definir literalmente a esta mujer como una madre despiadada con “corazón de hiena”. Todo lo que le sucede durante su infancia y adolescencia indica a las claras que Sor Patrocinio lo tuvo todo en contra, salvo a Dios, que la protegió de un modo extraordinario.

María Josefa de los Dolores Anastasia Quiroga Cacopardo, que así es como se llamaba Sor Patrocinio antes de la toma de hábito, fue perseguida por uno de los hombres más poderosos del partido progresista y de la masonería española, como fue Salustiano Olózaga (1805-1873). Su madre había convenido la boda de Sor Patrocinio con él, sin contar con ella y contra su voluntad, ya que había manifestado su decisión de ser monja. Y en efecto, en 1829 ingresó en el convento de las concepcionistas de la calle del Caballero de Gracia.

En ese convento recibió los estigmas de la Pasión del Señor en el costado, en las manos, en los pies y en la cabeza y tuvo lugar en 1831 la aparición de la Virgen del Olvido Triunfo y Misericordias, cuyo culto fue aprobado por el papa Gregorio XVI (1831-1846). De manera que Sor Patrocinio se convirtió en la monja más famosa y querida de Madrid; y en honor de la verdad, también a la que más odiaban determinadas personas.

Una de estas personas fue Salustiano Olózaga. Su tormento consistía en que en su interior se mezclaban estos dos sentimientos enfrentados, quería a Dolores Quiroga de la que estaba enamorado y odiaba a Sor Patrocinio; en consecuencia, concibió de un modo diabólico la idea de que para poseer a la mujer tenía que destruir a la monja, y esto en nada contribuía a serenar el carácter del famoso político que, incapaz de encajar las contrariedades, tendía a la desesperación y hasta al suicidio. Sor Patrocinio fue su obsesión, a la que persiguió durante casi toda su vida, y digo casi porque lo sorprendente es que cuando fue embajador de España en Francia, ayudó a Sor Patrocinio a huir de París en dos ocasiones, cuando la capital de Francia fue invadida por las tropas prusianas en 1870 y cuando estalló la revolución de la Comuna en 1871.

Sor Patrocinio, entre reformas y fundaciones, puso en marcha diecinueve conventos de clausura, los llenó de monjas y lo hizo fiel a su carisma sin salir de su clausura, sin recurrir a planes pastorales ni participar en conciliábulos clericales, que siempre concluyen en la esterilidad apostólica más absoluta. Y sería una equivocación pensar que todas esas vocaciones llegaban a los conventos de Sor Patrocinio, porque los vientos en España soplaban a favor de encerrase en la clausura de un convento.

Lo cierto es que, en esos años, la Iglesia en España fue sacudida por una persecución religiosa como nunca antes había padecido, los liberales y los masones se emplearon a fondo contra la religión católica y Salustiano Olózaga fue uno de los principales agitadores. Se persiguió a la Iglesia con leyes injustas y con la espada. En 1834 y 1835 segaron la vida de más de un centenar de religiosos en Madrid, Zaragoza, Reus y Barcelona, episodios a los que Marcelino Menéndez y Pelayo se refiere como “el pecado de sangre” de los españoles. Hubo por tanto mártires, que todavía hoy permanecen a la espera de que se inicie un reconocimiento oficial por parte de la Iglesia.

Unos primeros datos pueden dar una idea de las graves consecuencias de esta persecución. En la primera mitad del siglo XIX los efectivos del clero se redujeron en más de la mitad. Por los datos del censo de 1797 y las cifras de estudios como los de Manuel Revuelta, a principio del siglo XIX, sabemos que había en España 145.628 personas del clero secular, del clero regular y de los religiosos de ambos sexos. Medio siglo después, pasada la tormenta, restablecidas las relaciones con la Santa Sede y firmado el concordato de 1851, esos efectivos eclesiásticos en España eran tan solo 63.361, lo que significa que durante estos años se perdieron 82.361 vocaciones.

Por otra parte, Sor Patrocinio tuvo una inspiración del Cielo, que le impulsó a poner en marcha una de las iniciativas más innovadoras del siglo XIX, como fue la de establecer en sus conventos de clausura colegios para niñas pobres, atendidos por sus monjas sin romper la clausura. La labor educativa y social de los conventos de Sor Patrocinio es un aspecto tan innovador como desconocido en la Historia del siglo XIX español.

Restablecidas las relaciones con la Santa Sede y firmado el concordato de 1851, esos efectivos eclesiásticos en España eran tan solo 63.361, lo que significa que durante estos años se perdieron 82.361 vocaciones

Estos colegios siguieron funcionando después de su muerte. En el Archivo Diocesano de Toledo se conserva un oficio firmado por la abadesa del convento de Guadalajara en torno al año 1933, en el que afirma que “el colegio de Guadalajara ha escolarizado a 2.000 niñas con socorros de comida y vestidos”. Y eso en una época en la que, si los colegios de niños eran más bien escasos, los de niñas eran prácticamente inexistentes. Lo que yo he podido comprobar es que allí donde había un convento de Sor Patrocinio toda la población infantil femenina de su entorno era escolarizada. Pues añádase a esta cifra de Guadalajara la de las niñas escolarizadas en los 19 conventos fundados por Sor Patrocinio.

El colegio de San Pascual del convento de Aranjuez (Madrid) sigue abierto en la actualidad, si bien

El colegio de San Pascual del convento de Aranjuez (Madrid) sigue abierto en la actualidad, si bien desde hace años la comunidad de concepcionistas cedió su gestión a una cooperativa de profesores

Sor Patrocinio murió el 27 de enero de 1891. Los periódicos de los partidos políticos que la habían perseguido en vida, sin tan siquiera esperar a que se enfriara su cadáver, en lugar de describir las circunstancias de su muerte, arremetieron contra ella. Ahora bien, no sorprende tanto que todos esos periódicos trataran de este modo a Sor Patrocinio, como el silencio de otros. El Siglo Futuro, La Ilustración Católica y la Unión Católica no publicaron ni una sola línea acerca de Sor Patrocinio los días posteriores a su muerte.

Y a partir del día 27 enero de 1891, como le había anunciado la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias a Sor Patrocinio cuando se le apareció en 1831, el demonio comenzó a perseguirla después de muerta. Lo hizo y lo sigue haciendo de la única manera que se puede perseguir a alguien que ya ha fallecido: atentando contra su fama y buen nombre con la calumnia, dando sobradas muestras de que Satanás es el padre de la mentira.

Pero la Virgen le dijo algo más a Sor Patrocinio, le adelantó que el demonio llevaría a cabo esta persecución, teniendo como aliados a los hombres; y yo, que siendo un joven doctorando, hace unos cuarenta años, me encontré a Sor Patrocinio enterrada en mentiras y calumnias, después de todos estos años estudiando su vida, añado: de los hombres de los dos bandos, el de los que escriben mentiras y calumnias y el de los que no publican ni una sola línea, teniendo la obligación de proclamar la verdad.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá