Logiquísimo que la Fundación Jérôme Lejeune esté en la Cumbre del G-7 sobre Inclusión Y Discapacidad, aunque hemos necesitado que la presidenta de turno de los 7 países más poderosos del mundo sea Giorgia Meloni

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Lejeune era un científico francés, que descubrió, en 1958, la trisomía del par cromosómico 21, responsable del Síndrome de Down. Él quería curar a los down pero su avance se utilizó para… abortar a los down o a los simplemente sospechosos. 

Por eso se plantó en Naciones Unidas y les dijo cuatro verdades a los politicastros allí reunidos. Tras su discurso se fue al hotel y el comunicó a su esposa: “Hoy, he perdido el Premio Nobel”. Este hombre sabía lo que significaba el progresismo y sabía lo que implicaba un prejuicio. Y en efecto, ¿cómo le iban a conceder el Nobel de Medicina a una fascista como él, que luchaba por la vida en lugar de luchar por la muerte?

Ahora la nueva reunión convocada por la presidenta de turno del G.7, la italiana Giorgia Meloni, contará con la presencia de la Fundación Jérôme Lejeune, que en España lidera Mónica Barahona, bioquímica asesora del Vaticano y esposa de otro investigador conocido: Mariano Barbacid.

Ha llovido mucho desde entonces pero la tendencia no ha hecho otra cosa que acentuarse. En efecto, ahora mismo, cualquiera, sea rico o pobre, listo o tonto, guapo o feo, que no admita al menos una ‘abortito', es decir, el crimen del ser humano más inocente y más indefenso, el concebido y no nacido -como decía San Juan Pablo II- no es perseguido, simplemente es un apestado en cualquier foro elegante. No existe para la sociedad. en el mejor de los casos, es un ultra.

¿Puede mantenerse esta situación? Por supuesto que no. Si todos lo aceptáramos entraría en vigor el ‘boomerang' de todo antinatalismo: no dura más de una generación.