Ya sé que usted, lector, hombre de buen corazón, trata de salvar a la que es nada menos que vicepresidenta del Gobierno, doña Yolanda Díaz, una sin par mezcla de orgullo, ignorancia y pedantería. Si no fuera por el daño que hace desde su memorable cargo, vía Boletin Oficial del Estado, si no fuera por la mala leche que tiene, le daría unas palmaditas de consuelo: ¡Animo, Yoli, algún día serás Demóstenes!

Por favor, escuchen a la susodicha, en entrevista con Pepa Bueno (atención al careto de la directora de El País -en línea con la del famoso perro de las redes- al escuchar a Yolandísima, un poema) y saquen sus propias conclusioes, aunquen me imagino que la conclusión general ya ha sido escrita. 

A partir de ahora ya no hablaremos de lenguaje cantinflesco: hablaremos de lenguaje yolandino: